SicIturAdAstra:
Algunas persona pueden cuestionar tu forma de pensar arguyendo principios morales, éticos, religiosos, etc.
No te desanimes ya que la mayoría de los principios supuestamente humanitarios están basados en falsas premisas y tienden a proteger más al criminal que a la víctima o a la sociedad. En esto estoy de acuerdo con tu postura frente al tema. El que la hace la paga (se supone pero...).
Creo que hay una confusión respecto a lo que significa un lavado cerebral, de lo que están hablando es simple condicionamiento, recurso muy empleado por pedagogos y psicopedagogos y muy cuestionable ya que tiende a anular la iniciativa y el individualismo, de hecho existen muchas discuciones hacerca de la utilidad o el daño producido por la psicopedagogía, muchos ni siquiera la aceptan como ciencia. Pero es legal.
El lavado de cerebro tiene que hacerse fuera del ambiente del individuo para empezar, consiste en transtornar la realidad que considera contingente a tal punto en que el individuo ya no sabe reconocerla y, de este punto en adelante, se le empieza a crear una nueva realidad en base a lo que se quiere que crea. Esto incluye desgaste por sueño, torturas, shocks emocionales, etc. Pero sólamente funciona mientras el individuo no tenga contacto con la realidad primaria en que vivía antes del proceso del lavado cerebral. No es legal (se supone...).
Para finalizar comentaré que lamentablemente unos políticos populistas en mi país anularon la pena de muerte, cosa que una gran parte de la población resiente, ya que hay criminales que por sus delitos no pueden convivir en sociedad (ni siquiera la carcelaria). ¿Qué podemos hacer más que sentarnos a ver como se daña nuestra sociedad por deciciones como esa? Podemos ejercer nuestro derecho a opinar, esa es la forma más correcta de enfrentar algo así como la complacencia del sector judicial con criminales como estos (y como otros también).
Completando mi postura: La justicia no existe, sólo existen las leyes. Se comienza opinando, luego ejerciendo el derecho de elegir nuestros gobernantes, exigiéndoles que cumplan con su deber de garantizarnos una sociedad sana, que se mejoren las leyes y que se apliquen.
Lamento que cosas como estas ocurran en cualquier parte. Si no sabemos, como nación, hacer esto, nos merecemos a nuestros gobernantes y a nuestras leyes.