Diez verdades que su jefe no le dirá

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1. "Sí, estamos leyendo sus correos electrónicos y sus mensajes instantáneos".
Al igual que muchas firmas de servicios financieros, Wedbush Securities monitorea a diario los correos electrónicos y la actividad en las redes sociales de sus más de 1.000 empleados, dice Mattias Tornyi, director del departamento de tecnología de la información de la compañía. La empresa utiliza un software para revisar correos electrónicos que identifica ciertos tipos de mensajes y palabras clave dentro de ellos, explica. Cada día, leen entre 5% y 10% de los mensajes que los empleados envían.
Puede que eso sea excesivo, pero en muchas firmas es común que se monitoree el uso que hacen los empleados del e-mail y el teléfono, especialmente en las empresas más grandes y en sectores sensibles o muy regulados.

El mercado del software de monitoreo de e-mails creció más de 25% cada año desde 2008 y se espera que llegue a US$1.230 millones en 2013, según Gartner, una firma de investigación. Más de un tercio de las grandes empresas de Estados Unidos cuenta con personas dedicadas a leer o analizar los correos de los empleados, de acuerdo con un estudio de 2010 de Proofpoint, una empresa de programas de monitoreo. Además, una encuesta de la American Management Association y el ePolicy Institute halló que casi la mitad de las compañías de todos los tamaños en EE.UU. había revisado el uso del teléfono por parte de sus empleados.

Además, muchas empresas no se contentan con vigilar lo que hace, sino que además actúa al respecto. Una de cada cinco empresas grandes de EE.UU. despidió a empleados por violar las prácticas de la firma con respecto a los correos. La mayoría de las investigaciones tiene que ver con empleados que filtraron asuntos sensibles, confidenciales o embarazosos, o que cometieron robos de información; no por mandar un mensaje subido de tono a la novia desde una cuenta del trabajo o por hacer unas compras en línea con la computadora de la oficina.

2. "Eres demasiado viejo para esto".
Aproximadamente 25% de los empleadores reconoció ser renuente a contratar a trabajadores mayores, según una encuesta de 2006 de Boston College. Después de fijarse sólo en el currículum, los empleadores discriminaron contra las mujeres que percibían que tenían 50 años o más, según un estudio de 2007 de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de EE.UU. Es una tendencia que según los expertos empeoró durante la recesión.

Por eso los consultores de carrera aconsejan a las personas de más de 45 o 50 años que redacten un currículum que destaque su experiencia, logros y habilidades, camuflando en cierta medida la edad.

3. "Sé cuando finges estar enfermo".
Como gerente de producción de un laboratorio fotográfico, Stuart Horvath, de 32 años, empezó a sospechar de la cantidad de licencias por enfermedad que se tomaba uno de sus asistentes freelance. Confirmó sus sospechas cuando se lo encontró en un bar una noche cuando había llamado para decir que no podía ir porque estaba enfermo. "Mira", le dijo, "soy jefe, pero también he sido un empleado".

Cada vez más compañías están contratando a investigadores privados para vigilar a empleados que dicen estar enfermos, según un artículo publicado en diciembre en Bloomberg Businessweek. Quizás sea una señal de tiempos difíciles. Más de una de cada cuatro empresas cree que más empleados han fingido estar enfermos desde que comenzó la recesión económica, de acuerdo con una investigación de CareerBuilder.com. Y no son paranoicos. Alrededor de un tercio de los trabajadores admite haber llamado a su trabajo para decir que estaban enfermos cuando no lo estaban.

4. "Su hijo es problema suyo".
Hoy ya no es un secreto que las mujeres ganan menos que los hombres: en EE.UU., alrededor de 81 centavos por cada dólar que cobran los hombres. Pero tener un hijo las castiga aún más allá del salario. Una madre puede ser pasada por alto para un ascenso porque su jefe cree que está más preocupada por su familia que por su carrera. Las mujeres con una maestría en administración de empresas que abandonaron la fuerza laboral por un año y medio para cuidar de sus niños, ganan 41% menos que los hombres con la misma calificación. Las que tienen un doctorado, ganan un tercio menos que sus contrapartes masculinos; las abogadas, 29% menos y 16% en el caso de las doctoras, revela un estudio de 2010 de los profesores de economía de Harvard, Claudia Goldin y Lawrence Katz.

5. "Soy su mejor amigo..."
Para seis de cada 10 trabajadores que dicen haber considerado a su jefe como un amigo, esto no será una sorpresa. Ser amigo del jefe viene con beneficios. Algunos jefes muestran su favoritismo de maneras obvias, como darle a un subordinado en particular las tareas fáciles o presionar a la cúpula ejecutiva para que lo asciendan.
Pero según el consultor de carrera Roy Cohen, es importante evitar hablar sobre asuntos personales. No importa cuán cercano se pueda sentir, al final siempre existe la posibilidad de que su jefe use esa información de una manera que le beneficie a él, no a usted.

6. "... y su peor enemigo".
A veces, el jefe es su peor enemigo. De la misma manera en que una buena relación con su jefe puede impulsar su carrera, una mala la puede estancar, o incluso hundir. Casi la mitad de los empleados que sufrieron el trato abusivo de un jefe reportó problemas de salud relacionados al estrés, según el Workplace Bullying Institute, un organismo dedicado a los abusos en el entorno laboral. En el peor de los casos, una mala relación con su jefe puede tener consecuencias fatales.

Un estudio publicado en 2008 en Journal of Occupational and Environmental Medicine encontró que los empleados que habían trabajado durante cuatro años para un jefe que era parco, desconsiderado u opaco tenían una probabilidad 60% mayor de sufrir un ataque cardiaco.

7. "Yo no asciendo en función del desempeño".
Normalmente, los empleados tienen que hacer un buen trabajo para ser ascendidos. Pero en muchos casos, eso no es suficiente. Quien asciende (y quién no) depende de una mezcla de factores, sobre la mayoría de los cuales los trabajadores no tienen un control real, como las preferencias de los supervisores, las reglas organizacionales y la cultura de la compañía. En algunas organizaciones, especialmente en las empresas más grandes y tradicionales, la antigüedad puede ser un factor principal en las decisiones de ascenso, dice Tony Deblauwe, fundador de la consultora HR4Change. Las promociones basadas en el tiempo que el trabajador lleva en la empresa son más comunes en EE.UU. que en otros países, de acuerdo con un estudio de 2004 publicado en Socio-Economic Review.

8. "Soy superficial".
Como si ser delgado y atractivo no fuese ya un premio de por sí, ser ambas cosas ayuda a los trabajadores a avanzar también en lo profesional. Lo contrario también es cierto. Las personas que no son atractivas o tienen sobrepeso pueden verse castigados por eso en la oficina. Pese a que en la mayoría de profesiones el atractivo no tiene un efecto directo sobre su desempeño, muchos jefes concuerdan con la noción de que "lo bello es bueno", afirma un investigador de psicología de Hofstra. Como resultado, los guapos ganan entre 3% y 8% más que la gente "normal", que a su vez gana de 5% a 10% más que los considerados "del montón", según un estudio de 2005 llevado a cabo por Daniel Hamermesh de la Universidad de Texas y Jeff Biddle de la Universidad Estatal de Michigan.

9. "No tengo tiempo".
Los jefes siempre han estado ocupados, pero desde los recortes de la recesión en EE.UU., muchos gerentes tienen ahora todavía menos tiempo para hablar con sus empleados, supervisarlos y formarlos. Dos tercios de los empleados dicen que tienen muy poca interacción con sus jefes, por encima de poco más de la mitad en 2008, según un estudio de Leadership IQ. "Cuando las cosas se ponen difíciles, los gerentes pueden volverse esquivos", dice Mark Murphy, que colaboró en el estudio.

10. "Soy el centro del universo".
Ha trabajado como un esclavo en un proyecto por semanas, sólo para oír cómo el jefe da la presentación sin mencionar su nombre. Casi la mitad de los trabajadores dice que su jefe se ha atribuido como propio el reconocimiento a su trabajo y más de un tercio asegura que no dudó en dejarlo en evidencia para salvarse a sí mismos, sugiere un estudio de Spherion Staffin.

La asesora Hallie Crawford explica que "algunos jefes piensan que el empleado está ahí para ayudarlos y que eso es parte del acuerdo". Puede ser que no estén maliciosamente evitando reconocer sus méritos, sino que no crean que la relación empleador/empleado lo requiera, apunta. Y para los jefes que dirigen equipos grandes "puede ser un error humano" ya que simplemente no pueden recordar quién hizo cada parte del proyecto.




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