Esta tecnología utiliza unas partículas con estructura cristalina realmente diminutas. De hecho, su tamaño es inferior a los 100 nanómetros, y un nanómetro equivale a la mil millonésima parte de un metro, por lo que es la unidad de longitud que obtendremos si somos capaces de dividir un metro en mil millones de trozos idénticos. Dicho de esta forma es fácil imaginar la escala en la que nos estamos moviendo. La estructura o la forma de los
nanocristales, su estabilidad y sus propiedades químicas dependen de los átomos que constituyen cada partícula. De hecho, hay nanocristales que son químicamente muy activos, mientras que otros son muy estables. Algunos, los que realmente nos interesan, tienen una propiedad muy curiosa: su estructura les permite
modificar la longitud de onda de la luz.
Los «puntos cuánticos»
son un tipo de nanocristales compuestos por materiales semiconductores con unas propiedades muy curiosas debido a que su tamaño, como hemos visto, es tan pequeño que su comportamiento queda descrito por las leyes de la mecánica cuántica, y no podría ser explicado utilizando la mecánica clásica. Sus características electrónicas están definidas, por un lado, por su tamaño, y, por otro, por su forma, lo que explica que actualmente se estén utilizando nanocristales para aplicaciones muy diferentes, como son la tecnología fotovoltaica, el etiquetado biológico, las tecnologías de eliminación de agentes contaminantes… Y, por supuesto, en electrónica.
En los televisores los nanocristales nos ofrecen una gama cromática más amplia, y, por tanto, un abanico de colores mayor, así como unos negros más profundos. O, lo que es lo mismo, imágenes de más calidad y más parecidas a lo que podemos observar en el mundo real. Además, su eficiencia energética es un 30% mayor que la de la retroiluminación LED convencional, y su brillo puede incrementarse hasta 100 veces. Estas ventajas son posibles gracias a la forma en que estos nanocristales interactúan con la luz. La estructura de un panel de retroiluminación LED con tecnología de puntos cuánticos es similar a la de un panel OLED, pero se diferencian en algo importante: su composición. Los nanocristales utilizados en las televisiones se fabrican
utilizando cadmio y selenio, y para poder usarlos en una televisión es necesario depositarlos entre una capa de material orgánico y otra de transporte de electrones, como si fuese un sándwich.
Pero lo realmente importante es que, a diferencia de la iluminación LED blanca tradicional, cuya luz debe ser filtrada primero para corregir la desviación del blanco puro, y «teñida» después para obtener los colores rojo, verde y azul, la tecnología de puntos cuánticos recurre a diodos LED azules, que producen luz azul pura. Después, dos tercios de esa luz estimula un conjunto de puntos cuánticos que modifican su longitud de onda, y, por tanto, emiten únicamente luz roja y verde puras, por lo que ya tenemos
los tres tipos de luz que buscamos desde el principio: roja, verde y azul, y, además, con una pureza superior a la que nos ofrece la retroiluminación LED convencional.