Lucha contra las enfermedades tropicales como la leishmaniasis



Fruto de la guanábana tienen sustancias capaces de matar el parásito que provoca este virus.

Quien se toma un jugo de guanábana, por lo general siente el alivio de su sed y el deleite del gusto. Poco más que eso le importa, y en realidad no tiene que ser de otra manera. A casi nadie le interesa saber para qué más podría usarse la planta de la cual proviene el jugo que le genera alivio y disfrute. Pero los científicos del PECET (Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales) de la U de A han descubierto que la guanábana es mucho más que ese fruto de apariencia poco agraciada, con forma de huevo de gran tamaño, verde, rodeado de púas, recubierto por una cáscara delgada y en cuyo interior se oculta una pulpa blanca, entre ácida y dulce, y, sobre todo, muy delicada.

Desde la Universidad de Antioquia, el PECET se ha dedicado durante más de treinta años al estudio de las enfermedades consideradas olvidadas: aquellas que pululan en la región tropical del planeta, como la leishmaniasis que esta presenta en 99 países, y que no suelen interesar a las multinacionales farmacéuticas porque quienes las padecen son, en su mayoría, personas de pocos recursos. El vacío que dejan los grandes poderes económicos es compensado por la constancia de grupos como este de la Facultad de Medicina, entre cuyos logros se encuentra el descubrimiento de que la semilla y el fruto de la guanábana tienen sustancias capaces de matar el parásito que provoca la leishmaniasis.

Los investigadores del PECET se desplazan permanentemente a las regiones donde se presentan casos de la enfermedad, lo cual ocurre en todos los departamentos de Colombia en regiones con temperaturas entre 15 y 25 grados de temperatura, excepto el archipiélago de San Andrés y Providencia. Durante el trabajo de campo hacen contacto con las comunidades y prestan atención a los remedios tradicionales que ellas utilizan. Cuando hay indicios de que determinada planta tiene efectos benéficos en el tratamiento de alguna enfermedad, los científicos siguen un procedimiento que se denomina ‘validación’. Este consiste en colectar la planta o la parte de ella que, según las comunidades, tiene el poder de curar: hoja, fruto, raíz, tallo, corteza o semilla. Luego el material colectado se deja secar, se muele y se pone en contacto con un líquido o solvente como el alcohol, a fin de extraerle las sustancias que son los principios activos que podrían matar los gérmenes causantes de la enfermedad.

Los extractos se llevan al laboratorio, donde se analiza si de verdad logran hacer algo contra dichos gérmenes –parásitos– y si, además, no son tóxicos para las células. Aquellos que resultan promisorios se evalúan más adelante en animales de laboratorio para determinar qué tanta curación garantizan y si son tóxicos o no. Solo cuando la investigación no deja dudas de la efectividad de un material investigado, se da el paso final de la elaboración de una nueva medicina aplicable a los seres humanos.

Es un proceso arduo, en el que hasta el día de hoy el PECET ha evaluado plantas procedentes de diversas regiones de Colombia, útiles en la lucha contra los parásitos causantes de la leishmaniasis, la malaria y la enfermedad de Chagas, así como contra el virus del dengue. Los parásitos y virus se transmiten a los seres humanos, casi siempre, por la picadura de moscas, mosquitos y otros insectos.

El objeto del trabajo de grupos como el PECET es proponer tratamientos para las múltiples enfermedades que aquejan a los habitantes del trópico. Y esto parece algo muy lejano de nuestras posibilidades, pero las investigaciones de los científicos colombianos contribuyen a la invención de nuevos medicamentos o al mejoramiento de los ya existentes.


¿Y cómo se inventa un medicamento?

Ya que el objetivo es matar a las bacterias, los virus, hongos o parásitos, así como se ha procedido con el caso de la guanábana se hace con diversas plantas y con organismos marinos como algas y esponjas. En ellos se buscan ingredientes activos, capaces de conseguir el objetivo anunciado arriba. Otra manera de hacerlo es generar sustancias o compuestos químicos y observar si pueden hacer la tarea.

Una tercera estrategia consiste en identificar las estructuras o moléculas que les son necesarias a los gérmenes para vivir y multiplicarse. A continuación, buscar en la naturaleza o fabricar en laboratorio los compuestos capaces de bloquear dichas estructuras o moléculas, para impedir de esta manera que se reproduzcan y causen enfermedades.

Además, los científicos evalúan si medicamentos que se consiguen comercialmente para tratar otras enfermedades pueden de pronto usarse para matar algunos de estos bichos; en esto consiste mejorar las drogas ya existentes, y también pueden producir o fabricar compuestos análogos; es decir, parecidos a los que ya existen pero mejores (más rápidos para conseguir la curación o que no produzcan efectos indeseables en los pacientes). O intentan cambiar la presentación de las drogas, para que estas sean menos agresivas, como cuando un medicamento inyectable empieza a fabricarse en forma de pomada o en pastillas.

Inventar o mejorar medicamentos no es tarea fácil, hay que tener mucho interés en ayudar a la gente, ganas de investigar, recursos y trabajar en equipo: con las personas comunes y corrientes, las que padecen las enfermedades pero también han conseguido servirse de la naturaleza para mitigarlas; con profesionales de diversas ramas de la medicina y de la quimica y hasta con especialistas nuevos como los bioinformáticos, quienes fusionan en una sola disciplina la biología, la informática y la tecnología a través del uso de computadores para buscar medicamentos que bloqueen las proteínas del parasito de Leishmania.

Esto se llama trabajo multidisciplinario, e incluye la cooperación con otras facultades de la Universidad y de otras universidades nacionales e internacionales, con ONGs internacionales así como con la industria farmacéutica nacional que tiene interés en evitar que las enfermedades del trópico agobien a la gente. La palabra clave es compromiso.

CÉSAR ALZATE VARGAS

Versión periodística del texto “Descubriendo medicamentos para enfermedades tropicales” de Sara María Robledo Restrepo, Carlos Enrique Muskus López e Iván Darío Vélez Bernal, del (PECET( Programa de Estudio y Control de Enfermedades tropicales), Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia.

FUENTE.
 
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Qué cosa tan buena. Admirable que haya gente acá en Colombia que le haga el quite al lado oscuro de las grandes farmacéuticas y se interesen por la gente, en vez de sólo el dinero.

Bravo, excelente.
 
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