El problema principal es el dinero. Yo puedo tener una gran idea, desarrollar un algoritmo y querer patentarlo. Los engorrosos trámites burocráticos y los altos costos serán suficientes para hacerme desistir, para imposibilitarme la posibilidad de patentar, o al menos, para darle la oportunidad a una corporación de que patente mi idea primero, haciendo gala de sus millones para agilizar los procesos a su favor.
Es conocido el caso de una empresa farmacéutica que intentó patentar las células cancerígenas de un paciente con un extraño caso de cáncer en el hígado. Se descubrió que su hígado tenía una estructura genética particular, que podía ser utilizada en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer. El cuento suena extraño porque el caso es de lo más raro. Está bien documentado y se hizo un programa para la televisión (no recuerdo si fue Discovery o National Geographic).
Como sea, el hombre se enteró de que, a sus espaldas, estaban patentando su propio ADN. La cuestión es que el tipo era un millonario gringo, que puso al frente a un tremendo y costosísimo bufete de abogados para que impidiera la patente. Si hubiera sido cualquier mortal como uno, no habría podido hacer nada al respecto, nadie se hubiera ni enterado, y por supuesto, no habría aparecido en la tele.
Ya sabemos que muchas de las cosas que los europeos, asiáticos y gringos han descubierto en la selva amazónica, las han patentado para su beneficio. Yo recuerdo que el aceite de ajonjolí fue desarrollado por investigadores colombianos, como un excelente reemplazo del aceite de automóvil, pues daba más kilometraje entre cambios y menos contaminación. Al poco tiempo aparecieron en el mercado aceites con estas características, producidos por las grandes petroleras, y nunca se volvió a hablar del aceite de ajonjolí. En últimas, todo es un problema de dinero. El que lo tenga, patentará y hará más dinero. El que no lo tenga, será obligado a pagar lo que los otros patentaron.
Seamos sinceros, aquí nadie ha patentado y muy probablemente no patentará jamás cosa alguna. No es cuestión de buenas ideas, sino de billete e influencias. Hace unos años se hacía en Colombia un programa de televisión sobre inventores criollos. Aparecían cosas interesantes, algunas absurdas, otras muy útiles, como un baño portátil mucho mejor que los que conocemos, hecho por colombianitos, o un andamio de construccón que era más resistente y liviano que los tradicionales que aún se usan aquí, y con un diseño más seguro para los obreros (lo vi una vez en la tele y nunca volví a saber de él). Cuando los presentaban en este programa, todos los proyectos llevaban años "en vías de ser patentados". Mientras los procesos se alargan indefinidamente, llegan otros productos ya patentados y barren con las posibilidades y los sueños de los pequeños inventores.
Algunos recordarán el caso de Carrocerías El Sol. En varias ocaciones aparecieron en la Feria Internacional de Bogotá (que es cada 4 años) mostrando una propuesta de solución al transporte masivo en el país. Buses articulados y buses de dos pisos, muy bien diseñados, con baño abordo y hasta pequeños jardines, azafata terrestre para cada piso en el caso del gigantesco bus dobletroque, propuestos para el servicio urbano, para reemplazar los destartalados buses amarillos de la época. Estoy hablando de antes que Pastrana construyera la Troncal de la Caracas, muchos años antes de Transmilenio. Durante años, esta empresa luchó por sacar adelante su proyecto. Uno veía sus buses prototipo de vez en cuando en las calles, cuando los contrataban para eventos publicitarios o para excursiones. La patente de su invento nunca se aprobó, y el negocio recibió un duro golpe con la compra de buses europeos para Transmilenio.
Así es como funciona la cosa. Las patentes están diseñadas para asegurarse que los grandes monopilios puedan hacerse cada vez más grandes y más monopolizantes, y que ideas locas, absurdas, comunistas y demoníacas como regalar los inventos, donar la vacuna de la malaria, trabajar en el desarrollo de sistemas open source code sin cobrar un peso, poner software free en internet, etc, etc, desaparezcan de la faz de la tierra y dejen de enlodar las verdes y suaves praderas corporativas.