Yo no creo en lo de la selección
Qué mala memoria tenemos los colombianos…
Por: Rafael Mendoza*
¿Cuántos golpes más necesitaremos para entender que cuando nuestros deportistas se van al exterior entre gritos y alabanzas regresan derrotados, en muchas ocasiones de manera ignominiosa, dejando únicamente lágrimas y en alguna ocasión rastros de sangre. Por alguna extraña razón, para que un colombiano gane una prueba, un torneo o una medalla de oro se necesita que nadie espere su triunfo y hasta a veces que se haya pronosticado su fracaso.
Recordemos algunas experiencias:
En 1962, la selección que acudió al Mundial de Chile se fue entre rechiflas y hasta apedreada al perder el último juego de preparación con la selección aficionada del Atlántico. En El Colombiano se escribió: “Debe avergonzarnos el triste papel que vamos a hacer en Chile. Pedernera lleva al desastre al cuadro nacional”. Y el día del viaje apareció en un diario capitalino una súplica para que al menos “jugaran a base de coraje, patriotismo y entusiasmo”. Y ese equipo salió al campo sin complejos y en el primer partido le iba ganando a Uruguay, pero un árbitro complaciente permitió que los celestes repartieran guayo a diestra y siniestra para dejar a Zuluaga con dos costillas rotas y a “Maravilla” Gamboa cojo. Se perdió dramáticamente 2-1 pues entonces no se permitía remplazar jugadores. Y en el segundo partido ese equipo entró a la gran leyenda de los mundiales al conseguir un empate heroico, 4-4, con la Unión Soviética en un juego que fue el único motivo de orgullo que tuvo el fútbol nacional por varias décadas.
1985. Suramericano eliminatorio para el Mundial juvenil en el que Luis Alfonso Marroquín hizo el milagro de poner a jugar un fútbol hermoso a un equipo que apenas tuvo semanas de preparación y del que se desconfiaba tanto que solo se le dieron viáticos para la primera ronda, con regreso confirmado para el día siguiente a su terminación. Y ese equipo fue considerado por los periodistas como el mejor del certamen ganándole a Bolivia y Chile y empatando con Argentina y Brasil en el cuadrangular inicial; en la fase final empató con Paraguay, perdió con Brasil 2-1 y le ganó a Uruguay 4-1 para obtener el cupo al Mundial. Hasta el presidente Belisario Betancur fue a recibirlos al aeropuerto. Pero más que por los resultados, ese seleccionado pasó a la historia porque le mostró por primera vez al mundo un estilo que luego perfeccionarían Maturana y Gómez con toque, magia y genialidad.
1994. Mundial de Estados Unidos. Colombia, tras el mítico 5-0 que le propinó a Argentina en el Monumental de River, llegaba como favorita de algunos expertos y el país vivía una locura futbolística jamás vista. Se creía que ‘con una pata’ se iba a meter sin ningún esfuerzo en las instancias finales. Era una escuadra que en 43 partidos jugados en Europa, Asia y América en los años 93 y 94 solamente había sido derrotada en dos ocasiones. Un aplastante 3 a 1 en contra ante Rumania y una dolorosa derrota ante Estados Unidos, 2-1, dejaron a Colombia como el primer eliminado. Decepción absoluta y luego un amargo final, que aún nos sigue doliendo, con la muerte de Andrés Escobar…
2007. Copa América en Venezuela. Declaración del técnico Jorge Luis Pinto: ‘‘vamos a la Copa América a ganarla, aunque indirectamente vamos a probar al equipo, a verlo competir. Pero la idea es mejorar cada día, hay que buscar siempre eso”. La euforia que despertaron algunos partidos de preparación fue creciendo y numerosos industriales y comerciantes echaron la casa por la ventana con banderas, camisetas, gorras etc., que en su quiebra debieron guardar en sus bodegas tras un 5-0 que nos metió Paraguay y un 4-2 con Argentina, que nos sacaron del certamen.
En muchos otros deportes ha ocurrido lo mismo: ¿quién adivinó el triunfo de Luis Herrera en la Vuelta a España cuando marchó en 1987 a preparar el Tour o quién se imaginó siquiera la victoria de Martín Ramírez en el Dauphiné Liberé de 1984 cuando unos corredores llamados a última hora para remplazar a las figuras nacionales se fueron sin bicicletas y hasta sin uniformes a conseguir el primer gran título en la categoría profesional?
El ver que se nos quiere convencer de que Colombia será el coco en Brasil y hasta que va ser campeón nos llena de inquietud. La televisión nos bombardea sin interrupción con comerciales de quienes tienen derechos en el certamen y con promociones o mensajes indirectos, por medio de juegos en las calles o cualquier otra referencia al fútbol de quienes se quedaron por fuera del costoso pastel de la FIFA y de la Federación.
Y si hay algo que nos diga que aunque el aficionado y el pueblo-pueblo creen ciegamente en la selección hay centenares de industriales y comerciantes que piensan que la actuación será mediocre pues consideran que el equipo no llegará lejos y por eso se la están jugando toda antes del Mundial para conseguir sacarle dinero a su inversión. Poco les importa que con su actitud estén poniendo los ladrillos para un desastre.
Y el colmo es el último de los anuncios: dizque con una fiesta, con el Campín repleto, se va a hacer una despedida a la Selección. Habrase visto tamaño despropósito: mientras que los 31 equipos restantes quieren que sus jugadores estén concentrados, alejados del mundo, centrados en su preparación, acá se los llevará a una rumba que no tiene ningún motivo o justificación, para aumentar peligrosamente la enorme presión a la que están sometidos antes de un evento de esta naturaleza.
Dios quiera que Pékerman encuentre una manera milagrosa de centrar a estos muchachos que se la han pasado filmando comerciales y que más que pensar en el Mundial hoy sólo buscan aumentar sus ingresos y sacarle el máximo jugo a su llamado a la selección. Si no logra encontrar una fórmula mágica para aterrizarlos y hacerlos olvidar de todas esas cucarachas que les meten en la cabeza podremos ir preparándonos para otro desengaño monumental. Por eso, si esto sigue con esta borrachera de camisetas amarillas, uniformes, gorras, bubucelas, zapatos tricolores, concursos de viajes a Brasil, pollas y mil inventos más, yo no creo, no puedo creer… Yo creo que caminamos directo hacia el precipicio…
Super controversial pero dice muchisimas verdades! Coincido en que es RIDICULO el cuento de la despedida en el campin por CARACOL. Si hacen un papelon, a su llegada ¿entonces sera crucificcion en el barrio egipto?