Ese concepto fue reevaluado hace rato, en sí, ese era el significado y por ello hubo una gran afluencia de términos distintos acordes cada uno de ellos a las escuelas pedagógicas que acuñaban el concepto y de igual manera se llego a un acuerdo, el de seguir llamando al educando Alumno, pero no por ser un ente sin luz, sino porque era un término familiar, como por ejemplo llamar tía a una señora muy allegada a la familia pero que en realidad no tendría ningún lazo familiar ni de consanguinidad.
Todos los jóvenes son seres en formación, a ningún profesor le tiene por qué interesar más sus conocimientos que su formación personal integral.
Pero tampoco llegar al extremo de dejar pasar a gente que de esfuerzo muy poco y que se la pasa adulando a sus profesores.
En la vida todo tiene un equilibrio, los profesores tampoco queremos crear manadas de corderos sin conciencia propia, queremos jóvenes críticos capaces de resolver sus propios problemas, ayudar a solucionar los de los demás y saber convivir en paz