El tema de la decadencia científica de EEUU comienza a ganar espacio. Ya en el 2004, Thomas Friedman, del New York Times, se preguntaba: “¿Estamos perdiendo la carrera científico-tecnológica? Ahora es el Time quien se formula la misma pregunta pero dando por sentada la decadencia y señalando, como expresión de la misma, que no pocos científicos y estudiantes “abandonan el país para estudiar en China, en Corea del Sur, en Finlandia y otros países con mejores oportunidades de aprendizaje y donde los gobiernos no ponen trabas a las investigaciones que importan”. Y los temas que realmente importan son aquellos que perjudican los intereses corporativos del gobierno o contradicen las enseñanzas religiosas.
En todo caso la Union of Concerned Scientists reunió la firma de más de ocho mil científicos –incluyendo a 49 premios Nobel, 63 premiados con la Medalla Nacional en Ciencia y 171 miembros de academias nacionales – para acusar al gobierno por el nivel “sin precedente de intrusión política” en sus campos. James Hansen, experto en cambio climático con 29 años de labor en la NASA, acusó desde la portada del New York Times que estaba siendo amordazado por el organismo. Aseguró que la NASA controlaba sus conferencias, sus papeles e intervenciones en el propio website de la agencia espacial, así como en otros medios. Hansen, por su prestigio, fue invitado por el vicepresidente Cheney para hablar sobre el caso. “La Casa Blanca mostró en público las mejores intenciones para el diálogo, pero las recientes investigaciones de Hansen, que mostraron que el calentamiento global se acelera, y que el gobierno no ofrecía soluciones adecuadas, fueron recibidas en Washington con ira y consternación”. Conclusión: los muchachos no quieren que nadie los contradiga, ni siquiera la misma naturaleza y el precio que deberemos pagar por esto puede incluir la destrucción de la vida en el planeta.