Eso fue así, #ContadorDeHistorias :
Erase una fría noche de Octubre, el reloj marcaba el día 25, aproximadamente a las 7:39 de un viernes en en un desolado cajero. Salía de realizar un retiro del cajero lleno de billetes de $20.000, ni uno sólo de $50.000 . . . Cruzó la calle y entró a la Tienda Falabella, subió uno, dos pisos. Ya en el tercero, pasó a la caja y ahí recibió la noticia que le cambiaría la vida:
Le había salido su primer billete falso de un cajero. El círculo de la mitad había sido retirado y reemplazado por otro mal pegado, el cual con sólo levantarlo con cualquier cosa se soltaba.
Muy triste y descorazonado, llenó el formulario de Retención por presunción de moneda falsa. Recibió una copia para llevarla al Citi, sin embargo, estaba cerrado y sólo pudo radicar a través del Citiphone, dió los detalles y pasó el formulario escaneado por correo electrónico. Ahora sólo quedaba esperar, esperar lo mejor de un sistema hecho para que el cliente siempre pierda . . .
Pasaron los días, las semanas y recibió la primera mala noticia: El caso había sido cerrado por no llevar la documentación a tiempo. Más exactamente, el certificado de retención o el billete falso en original, el certificado de retiro del cajero, entre otras cosas. No tenía originales ni tampoco solicitó el certificado de retiro, las cosas no pintaban para nada bien.
A pesar de no tener el certificado en original, al haber sido este fotocopiado previa entrega, ni tampoco haber solicitado el comprobante del retiro del cajero #CuidemosElMedioAmbiente, realizó un derecho de petición explicando el procedimiento seguido. Sólo quedaba una pequeña luz de esperanza: Que el número de serie estuviera incluído en los registros de la entidad.
Siendo la esperanza lo último que se pierde, el último día -hábil- de Diciembre, recibió su regalo de nochebuena: El dinero había retornado a sus manos, más precisamente a su cuenta. Aprovechó el disgusto que había tenido con un malhumorado por ahí y prefirió irse a reclamarlo del cajero. Con el billete en sus manos, se dirigió a un asado a los charcos de Bello, donde todos comieron perdices y fueron felices.
-FIN-