La presentación de los nuevos iPad y computadores de Apple dejó un extraño sabor en la boca. Como ya lo hemos dicho varias veces, ya es totalmente imposible mantener un secreto en la industria de tecnología. Simplemente hay muchos actores para poder silenciarlos a todos. Como habíamos especulado, llegó un nuevo iPad con un diseño más delgado y más ligero, y el iPad mini por fin recibió la pantalla Retina.
Los dos recientes anuncios de Apple muestran una clara tendencia. Si algo no está roto, no hay que meterle la mano. Apple sabe que tiene un portafolio de productos que puede vender a precios premium en el mercado. Muchos de ustedes seguramente habrán oído el eterno argumento contra los fanáticos de Apple. El cuento va así: por esos mismos 2.000 dólares me puedo comprar una máquina mucho más poderosa. Lo mismo se puede decir con las tabletas y teléfonos inteligentes de la manzana.
Pero ese mismo argumento también explica la magia de Apple. Hay varios factores que permiten que venda productos similares a los de la competencia a precios más altos. A juicio de algunos, el rendimiento es mejor. Otros simplemente se ven atraídos por el diseño y la consistencia que hay en el ecosistema. Algunos más simplemente ven a los dispositivos de Apple como una muestra de estatus.
Si algo no está roto, no hay que meterle la mano.
Y eso también explica por qué Apple, por ahora, no va a cambiar nada en su estrategia. Tiene dos productos estrella que están vendiendo como arroz. Claro, todos dirán que Android tiene una participación de mercado mucho mayor. Pero esa estadística, aunque es importante, es un poco engañosa. Una cifra que muestra mejor cómo se comporta realmente el mercado es el margen de utilidad de cada empresa. Solo hay dos empresas que son rentables en el mercado de móviles: Samsung y Apple.
Sin embargo, la compañía estadounidense es la que mejor margen le saca a sus teléfonos. Con los precios de venta tan elevados, cada teléfono le genera más plata. Por ejemplo, Apple vende 10 teléfonos y tiene una utilidad de 6 pesos. Mientras tanto, otros fabricantes venden 25 teléfonos y tienen una utilidad de 2,5 pesos en total. Claro, estas empresas tienen una participación de mercado más alta, pero eso no es tan bien negocio para ellos: no generan tanta utilidad porque tienen márgenes más pequeños.
Por eso, Apple seguirá iterando sus productos cada uno o dos años y mantendrá unos incrementos constantes. Esto quiere decir que aumentarán el procesador, mejorarán las gráficas y demás. Pero por ahora no se puede esperar que la manzana saque un nuevo producto revolucionario que cambie el mercado. Simplemente el riesgo es muy alto.
Las novedades están lejos
Los dos productos que todo el mundo espera y que no han salido muestran el riesgo de entrar a competir en otro mercado. El iTV tendría que entrar a competir con jugadores totalmente establecidos en el mercado (Samsung, Sony, Panasonic, LG, etc.). De entrar, lo tendría que hacer con un modelo innovador que motive a los consumidores a salirse de su zona de confort.
El diseño seguramente es importante, pero el televisor es un equipo que no tiene la misma rotación que un celular o una tableta. Se cambia, en promedio, cada cinco o siete años. Entonces, Apple tendría que motivar una compra y además que sea de su propia marca. Aparte de lo anterior, si quiere seguir el camino ‘a la Netflix’ tendrá que negociar con los creadores de contenido, que en este momento tienen mucho poder en el mercado.
El reloj inteligente es un caso aparte, pero en últimas, con el mismo resultado. La relojería es una industria totalmente madura. Claro, hay un gran espacio para innovar, pero tendrá que ser en un espacio donde las compañías de tecnología no tienen mucho conocimiento. El reloj es más que algo para saber el tiempo; representa un estatus y es parte de la vestimenta de la persona, de su esencia, de su estilo.
Hasta ahora, ninguna empresa de tecnología ha podido masificar un producto de esta categoría. Es más, apenas hay indicios de que el mercado quiere este tipo de dispositivos. El Pebble, el Sony Smartwatch y el Samsung Galaxy Gear son apenas primeros intentos, y sus resultados aun no dan pistas claras sobre la viabilidad de esta categoría en el mercado.
Las finanzas y el portafolio de productos de Apple muestran que un reloj inteligente no es una prioridad en este momento.
Todo parece indicar que la manzana tiene que tener un reloj inteligente, pero sus finanzas y su portafolio de productos muestran que no es una prioridad en este momento. Apple en este momento no tiene que apresurarse a sacar un producto que todavía no ha dado indicios de ser rentable. Conociendo a la compañía, seguramente esperará hasta sacar un modelo que cambie totalmente los que hay hoy en día.
Si usted fuera una empresa que tiene una serie de productos que le generan mucho dinero en la mano derecha, y una serie de opciones riesgosas en la mano izquierda, ¿qué haría? La lógica diría que es mejor ir optimizando la mano derecha y solo arriesgarse cuando la recompensa sea lo suficientemente grande.
Apple ya no es lo que era
Apple ‘le pegó al perro’ varias veces, y además lo hizo en fila. Primero logró sacudir la industria con el iPod. Si no se acuerdan, Intel tuvo un dispositivo, Creative tuvo otro, pero solo sobrevivió el legendario iPod. Después, logró hacer lo mismo con el iPhone. Llegó y causó un huracán que dejó víctimas como Nokia y BlackBerry. Después, con el iPad, se apoyaron en el ecosistema del iPhone para hacer uno más grande y enfocado al consumo de contenidos. Que otras empresas hayan llegado después y hayan competido y en algunos caso sobrepasado a Apple ya es otra cuestión.
El Apple de hoy es no el mismo de 2001 y 2007. Hoy no está en la misma situación de 2001 o 2007: tiene unas ganancias que proteger frente a Wall Street, y no tiene la necesidad de meterse en un proyecto tan riesgoso.
Lo más interesante de la situación es que la tecnología es una industria tan dinámica que lo que sirve hoy puede ser totalmente obsoleto mañana. Apple va por buen camino, pero en cualquier momento la carretera puede tener una ‘Y’ que la mande por el camino equivocado. Pero por ahora, parece que todo va perfecto.
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