¡Pero si aquí no pasa nada!
alejo_id dijo:
Magnus.......pero si toda la clase politica, economica, y religiosa que tiene que ver con los paras fue porque los presionaron con amenazas.....
ellos no tienen la culpa...pffff
JAJAJAJAJA...
Claro,
los paramilitares nacieron solos, primero la gente comenzó a matarse porque sí, por ser godo o rojo, y ahí nada tuvieron que ver los políticos ni mucho menos la iglesia, no. Luego vino la paz con
el Frente Nacional, que no tuvo ninguna incidencia en el surgimiento de las guerrillas de izquierda durante su existencia. Y eso de que
los latifundistas en colombia fundaron los primeros grupos paras modernos y que el gobierno colombiano y las fuerzas armadas de Colombia los fueron utilizando y ampliando para acabar con líderes sindicales y miembros de los partidos de izquierda, principalmente en Urabá, es cuento de los enemigos de la patria.
Los paras se autopatrocinaron en sus inicios (ahí no hubo plata de las organizaciones agrícolas y ganaderas de Colombia, nada de eso), y
el gobierno nada tuvo que ver en el genocidio de la gente de la UP.
Luego resulta que apareció
el narcotráfico, que no tuvo nada que ver con las mafias de los esmeralderos, y les empezó a botar plata a los paras ahí, a lo bien (es carreta eso de que
el gobierno con el apoyo de los gringos escogió el Magdalena Medio como territorio ideal para el paramilitarismo y que ambos estados conspiraron para que se formaran grupos de paras al servicio de los narcos). Eso sí, nunca hubo políticos de enlace entre unos y otros,
nada de un Santofimio en campaña proselitista de un tal alias El Patrón, ni cosas por el estilo.
Después el entonces gobernador de Antioquia,
Alvaro Uribe, le dió vuelo a las Convivir creadas inicialmente por el presidente César Gaviria, de buena gente,
con la mejor intención del mundo, eso no tenía nada que ver con el paramilitarismo, qué va.
Y sin saber cómo ni cuando, los paras se volvieron tan poderosos que ya
ponían y quitaban gente de los altos niveles gubernamentales, hasta
apropiarse de parte del Congreso, pero todos callados por las amenazas, y nadie hacía nada, y tampoco fue culpa de nadie. Por supuesto, nada tuvieron que ver las
agencias de inteligencia del estado y las fuerzas armadas con el paramilitarismo, nunca le pasaron información a estos delincuentes. Tampoco tuvieron que ver con el crecimiento de los paras
los grandes empresarios de este país, ni más faltaba.
Gente mala que crece como la mala yerba y no muere, esos paras,
nunca se sabe de dónde salen ni cómo es que crecen. Nunca se sabe de dónde sacan las armas y el billete, ni mucho menos cómo es que tienen tanto poder político. Vainas raras de este país, donde afortunadamente,
ni hay impunidad, ni se
persigue injustamente a gente inocente, ni se
coarta la libertad de prensa.
Ahora hasta vienen a decir que
el proceso de desmovilización de los paras es una farsa, que se hicieron unas entregas de armas pero nunca se desarticularon las estructuras económicas y políticas, que todo fue un montaje para darles estatus político y legitimarlos, y así permitirles continuar en la legalidad con sus proyectos económicos y políticos, y que aparte de todo,
el ejército ha montado un espectáculo para desviar la atención y mostrar falsos resultados en su lucha contra la guerrilla. Vienen a decirnos ahora
que ni siquiera es posible que hubiera diálogo de paz entre el gobierno y los paras:
No es una negociación política porque toda negociación política supone la existencia de dos posiciones antagónicas o muy diferenciables. Para el caso, tanto el Estado como el paramilitarismo “perciben un enemigo común, un mismo modelo social definido; una misma doctrina que es la llamada “seguridad nacional”; unas mismas prácticas represivas, una solidaridad de cuerpo entre ambas fuerzas; un mismo discurso legitimador del sistema vigente; unos mismos mecanismos de impunidad; una misma apología del accionar armado y la participación de la población civil en el mismo; unos mismos parámetros de estigmatización de los movimientos sociales y de las ideologías políticas no capitalistas, así como una coordinación, combinación y distribución de acciones legales e ilegales con miras a que sirvan a una misma causa”. [...]
No es un proceso de desmovilización ni de desmonte paramilitar. El paramilitarismo no se reduce a su expresión armada, sino que obedece a una superestructura muy poderosa que involucra a todo el Establecimiento y a las mafias de diversa naturaleza. Así las cosas, el paramilitarismo “desmovilizado” conserva intacta su estructura de poder económico, político, social, e incluso militar; razón por la cual es una falacia sostener que el actual proceso que lidera e impulsa el gobierno va a producir la desmovilización y desmonte paramilitar. [...]
Para que no queden dudas al respecto “dias después de la desmovilización del llamado Bloque Cacique Nutibara de las Auc en diciembre de 2003, el entonces jefe paramilitar Carlos Castaño, al ser interrogado sobre las relaciones que en el futuro tendría su grupo con las Fuerzas Militares y sectores políticos y económicos que los apoyaron, contestó: “En un término muy criollo, muy antioqueño, ¡por fin, vamos a dejar de ser la amante y pasar a ser la esposa!”
Pero no, cómo va a ser que a Uribito le hayan metido otro gol por ese lado, si él lo que quería era acabarlos de raíz. Gente mala y torcida que no hace sino ponerle zancadillas a nuestro inmaculado presidente, lenguas viperinas que
de forma temeraria lo acusan de estar untado de paramilitarismo, como esta tal Piedad Córdoba, senadora ella, que ha publicado en su página Web que
Los últimos episodios en los que la Ministra de Relaciones Exteriores visita con su hermano , el Senador Álvaro Araujo, al Fiscal General de la Nación; las afirmaciones del mismo Senador en Palacio sobre los “salpicados” en caso de ser investigado y por último la confirmación del Ministro del Interior del inoportuno pero revelador comentario de Araujo, son una muestra de que algo pasa y que es posible que para evitar las “salpicaduras“, que más parecen una amenaza al Presidente, quieran tratar de esconder y bajar el perfil de los escándalos. [...]
Hoy más que nunca ratifico mis declaraciones sobre el control paramilitar en el Congreso, con cuyos votos también fue reelegido el Presidente de la República y que se enfilan a controlar el poder local en el 2007.
Enemigos del gobierno, como Héctor Moncayo Salcedo, del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos y miembro del Consejo de Redacción de la edición colombiana de Le Monde Diplomatique,
que se atreve a insinuar que
los paramilitares ya cumplieron su objetivo —lo hicieron a sangre y fuego, y haciendo gala de una pavorosa crueldad— y "la tarea del Gobierno de Álvaro Uribe es legitimar el poder que han adquirido". "No sé si es la etapa más dolorosa que ha vivido el país, pero sí la más vergonzosa". [...]
La lucha de los paras no era contra la guerrilla: "Era contra la gente", afirma. "Si la guerrilla resultó desplazada, fue casi un efecto colateral. El proyecto paramilitar era limpiar el territorio de organizaciones, asociaciones y sindicatos, eliminar cualquier manifestación de resistencia social —destrozar la cultura de la asociación— para garantizar el desarrollo de proyectos económicos estratégicos".
"Las operaciones eran todas de terror sobre la población, masacres y asesinatos selectivos, con efectos inmediatos de desplazamiento".
Personas sin escrúpulos que hablan mal de nuestras fuerzas del orden, como en
este artículo de la revista Semana:
Paralelamente, y con frecuencia en conexión con las autodefensas de Castaño, hay un paramilitarismo que resulta de relaciones informales entre algunos militares y policías activos y retirados que atenta contra quienes identifica como aliados de la subversión. Las alianzas de esta guerra soterrada son cambiantes según la región y las circunstancias. El atentado al sindicalista Wilson Borja, en el que toda la investigación responsabiliza a un capitán activo de la Policía y a un mayor del Ejército, o la resolución de acusación revelada por El Espectador esta semana contra el teniente coronel Jesús María Clavijo en relación con el asesinato selectivo de más de 100 personas en Antioquia por parte de las AUC, son casos recientes que evidencian estos vínculos.
El informe difundido esta semana por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos también critica actitudes omisivas de sectores del Ejército frente a estos grupos. Cita como ejemplos el que ocho meses después de que la Oficina reportara haber visto a la entrada de la vereda El Placer un retén paramilitar apenas a 15 minutos de La Hormiga (Putumayo), donde está un batallón de la Brigada 24, éste siguiera operando. También denuncia el informe la permanencia de bases paramilitares en la finca La Iberia en Tuluá (Valle), en El Jordán, municipio de San Carlos (Antioquia), a unos 20 minutos de donde están acantonados los batallones del Ejército Granaderos y Héroes de Barbacoa, y en El Guamo, región de los Montes de María (Bolívar), desde donde se habrían ordenado las masacres de Ovejas y El Salado y cuya posición, según el informe, habría sido incluso reconocida ante la Oficina de la ONU por autoridades militares de la Brigada 1 en Sincelejo. Y es que pese a las 266 capturas y las 70 bajas de paramilitares en 2000 por parte de la Fuerza Pública, según informe del Ministerio de Defensa, lo cierto es que no es fácil para el gobierno lograr que el Ejército combata frontalmente a las autodefensas. “Las AUC y los soldados en el campo de batalla son hermanos, dice un analista. Los bandos de la guerra no se cambian por decreto”.
Pura calumnia. Nos quieren hacer creer que
nuestro heróico presidente nos miente, con artículos como aquel en el que el periodista Apolinar Diaz-Callejas afirma sin fundamento:
Con la cooperación de los medios de comunicación, la propaganda oficial y las reuniones demagógicas del presidente Uribe Vélez en los municipios del país, que tienen un costo de más de 50 millones de pesos cada una, además de desbaratar el presupuesto nacional y los programas oficiales de desarrollo, esos medios han tenido que comenzar a decir la verdad de que los programas del gobierno y su aparente lucha por la paz han entrado en completo naufragio. [...]
La ONU acusa que los ‘Paras’ “violan el cese del fuego y nada les pasa”. Según la más alta funcionaria de la ONU sobre derechos humanos en el mundo, la canadiense Louise Arbour, “la situación de los derechos humanos sigue siendo crítica” y resalta el “alto nivel de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas y malos tratos, allanamientos y detenciones arbitrarias y el alto grado de impunidad”. [...]
El gobierno gringo denunció que en vez de bajar las plantaciones de coca por las fumigaciones de la administración Uribe, se aumentaron escandalosamente. La AP indica que “ha repuntado el cultivo de plantas usadas para fabricar drogas y se ha descubierto que soldados estadounidenses participaron en complot para contrabandear cocaína y canalizar munición robada hacia escuadrones de la muerte”. [...]
Los obispos católicos han denunciado públicamente, por segunda vez, sus “profundas preocupaciones sobre la situación de inseguridad que a pesar del gran despliegue de la Fuerza Pública, sufren las comunidades de Bojayá, Murindó, Vigía del Fuerte y Medio Atrato”, protestando por “la connivencia de miembros de las fuerzas del Estado con los paramilitares” [...] La propia CIA reveló que al terminar el 2004 había 114 mil hectáreas sembradas de coca, “las mismas que cuando se hizo la evaluación del 2003”, pese a que el gobierno había festejado su récord de fumigar 139.611 hectáreas.
Nos mienten diciéndonos que
el escándalo de la parapolítica pinta más grande y peor que el sonado proceso ocho mil. Y hasta que
hubo fraude en las elecciones del 2002 que dieron por presidente a Uribe en su primer mandato y en primera vuelta.
Menos mal que tenemos un ministro de defensa limpio, veraz, que no sabe de oportunismos ni de clientelismos,
que nunca conspiró para fomentar un golpe de estado en Venezuela, transparente y puro como la diarrea que me ha estado atacando estos últimos dos días. Cosas de las amebas, que me quieren matar.
En definitiva, en este país no pasa nada, tenemos una clase política íntegra, unos empresarios, ganaderos e industriales muy trabajadores, llenos de ética y virtud, y un ejército noble y eficaz cuyo único interés es proteger a los ciudadanos colombianos. Estamos bien, y la economía va creciendo, todo muy lindo. Por eso uno no entiende cómo gente como Iván Cepeda Castro se atreve a decir cosas como éstas, que
publicó en su columna de El Espectador en noviembre 25 de 2006:
En julio 1987, el país conoció las primeras imágenes de las “juntas de autodefensa campesina”, filmadas por el Noticiero de las 7. El ministro de Justicia de ese entonces, José Manuel Arias Carrizosa, declaró que en Colombia era legal el derecho a la autodefensa, y la conformación de grupos paramilitares. En realidad para ese momento el paramilitarismo se había convertido en un conjunto de grupos bien articulados en varias zonas del país. Puerto Boyacá, municipio del Magdalena Medio, era ya el centro de operaciones del experimento de control social de un paraestado en pequeña escala. Tras la fachada de una asociación de ganaderos y agricultores, Acdegam, los paramilitares, aliados con los políticos, dominaban el centro clínico, los bancos, los colegios, Telecom y la Alcaldía municipal. Mercenarios británicos e israelíes fueron traídos por altos mandos militares a las escuelas de sicarios que se crearon en la región. La guarnición local del Ejército, el Batallón Bárbula, distribuía armas y realizaba patrullajes mixtos con los paramilitares para proteger las fincas de terratenientes y narcotraficantes.
En Antioquia, Arias Carrizosa era empresario del banano. Allí también existían asociaciones gremiales promotoras del paramilitarismo, como la Federación Antioqueña de Ganaderos, dirigida por Pedro Juan Moreno Villa, quien fue uno de los socios principales de Uribe Vélez cuando, en su gobernación, decidió crear las Convivir. Salvatore Mancuso fue uno de los impulsores de estas asociaciones que se registraban ante la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, de la cual era jefe Herman Arias Gaviria, hijo de Arias Carrizosa. Mancuso fundó dos Convivir, una en Córdoba y otra en Sucre, con el nombre de Asociación Horizonte Ltda. En Sucre las Convivir sirvieron de germen a los grupos paramilitares de alias ‘Rodrigo Cadena’, el asesino del que se sirvieron políticos como Álvaro García (de la coalición uribista) y Muriel Benito Rebollo (cuyo jefe político es el actual ministro del Interior y de Justicia Carlos Holguín Sardi) para establecer un feudo que hizo posible que miles de personas terminaran en fosas comunes mientras los congresistas organizaban reinados y fiestas en la hacienda El Palmar, y desocupaban las arcas públicas. La responsabilidad penal de estos parlamentarios criminales fue encubierta por el ex fiscal Luis Camilo Osorio. La secretaria general de la Fiscalía, durante su período, era Judith Morantes García, sobrina del senador Álvaro García. Osorio es hoy embajador en México. La hermana del senador García, Teresita García Romero, también hace parte del servicio diplomático como cónsul de Colombia en Frankfurt, Alemania. Y así sucesivamente…
Al presidente Uribe le cabe una responsabilidad particular en este tenebroso entramado de clanes mafiosos. Bajo su liderazgo, los sectores sociales que diseñaron el paramilitarismo lograron convertir el experimento realizado en una localidad rural, Puerto Boyacá, en un modelo de control social a escala nacional. Su responsabilidad es histórica y política. Tarde o temprano tendrá también connotaciones penales.
Sí, claro, todo anda bien por aquí. Hay que estar muy ciego, pui.