Qué irónica es la vida. Si en las postrimerías del siglo XX se armó la grande con el infame "bug del año 2000", hoy pena el silencio respecto a una amenaza informática de consecuencias mucho más tangibles. Quizá porque esta vez no se augura el caos o el apocalipsis (ni tenemos locos construyendo búnkers para condimentarlo), sino sólo un tecnicismo tan simple como... quedarnos sin red.
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