La imposibilidad del comunismo

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GLDroid

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Dentro de las confusiones que se generan en las relaciones internacionales contemporáneas existe una que urge aclarar, dado que además de hacerle daño a los conceptos, se presta para que muchísimas personas en el planeta insistan en hablar de algo que realmente no comprenden.

Se hace referencia aquí a los términos socialismo y comunismo.

Tan cercanos en las discusiones cotidianas, pero tan lejanos en su parte conceptual.

A pesar de que el mismo Marx haya escrito sobre sus coincidencias, cuando señaló que “en las obras socialistas y comunistas hay un principio de crítica, puesto que atacan las bases todas de la sociedad existente”, lo cierto es que se hace prioritario salir del error que comete constantemente una multiplicidad de actores cuando se acerca a estos dos términos y los cataloga sinónimos.

Hablar de socialismo es referirse a un término que designa un orden socioeconómico –considerado etapa previa del comunismo- que propugna la eliminación de las clases sociales, la colectivización de la producción y la formación de un gobierno provisional, mientras se avanza a una etapa final, completamente utópica, en la que la anarquía será la esencia de la gobernabilidad. Varias sociedades han querido llegar a esa etapa final, que en términos marxistas se denomina comunismo.

Por tanto, hablar de comunismo es entrar en un terreno muy diferente al que ya tienen acostumbrado al mundo. Referirse al concepto implica sincerarse consigo mismo y saber que las sociedades comunistas no han existido nunca en la práctica, no existen y tampoco existirán. Para llegar allí es preciso moldear la coexistencia con base en la anarquía (que no exista un poder que regule y castigue), desprenderse por completo de la propiedad y asumir responsabilidades que beneficien a la comunidad, no a intereses particulares.

Socialismos sí hay de muchas formas y estilos. Los más populares son los que se autoproclaman comunismos, con objeto de justificar sus acciones en beneficio de un punto de llegada que nunca se dará. Son Estados que se hacen cada vez más fuertes, a través del monopolio efectivo del uso de la fuerza y la violencia y que poseen un partido único que no reprocha su actuación. El más famoso de los países socialistas en toda la historia de la humanidad seguramente es la Unión Soviética, pero se vendió siempre como comunista y engañó a millones de seres humanos por todo el planeta que, ilusamente, esperaban la desaparición del Estado y su reconversión en modelo comunitario en donde todo sería de todos y cada ser humano trabajaría en beneficio de los demás.

Actualmente hay una inquietante lista de gobiernos que sin escrúpulos se hacen llamar comunistas. Seguramente alentando a sus pobladores a creer que hay posibilidad de reinventar a sus sociedades bajo ese modelo. Cuba, China, Vietnam, Norcorea, Laos, entre otros, insisten en ello. Lo preocupante de todo es que tanto en los medios, como en las aulas, se replique esa manera de referirse a ellos cuando no son más que Estados interventores que dirigen y controlan la vida de sus gobernados al máximo posible.

Hacerse comunista implicaría un monumental sacrificio de gobernados y gobernantes. Los primeros porque tendrían que aceptar el principio cristiano de amar al prójimo como a ellos mismos y anteponer cualquier interés común sobre los particulares. Y los segundos, porque tendrían que aceptar la renuncia a la distribución asimétrica del poder, por ende la desaparición estatal. Son simples detalles que exigen hablar de socialismo en todo caso y olvidarse del segundo vocablo de una vez por todas.

http://www.larepublica.com.co/archivos/OPINION/2010-10-25/la-imposibilidad-del-comunismo_113727.php
 
La naturaleza del ser humano siempre será ser más que los demás, ganar más que los demás, saber más que los demás y por esto mismo ya es imposible el comunismo.
 
tl;dr plus beating a dead horse.

El Comunismo murió en el 89.

Próxima entrega: La imposibilidad de la Monarquía.
 

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