Que tal esto!
Para evitar que les sean extinguidas sus tierras, los productores de la hierba optaron por cultivarla en los parques nacionales.
Mientras hacían su ronda por el Parque Nacional de las Secuoyas, en California, dos guardias forestales se toparon el otoño pasado con dos hombres que en lugar de mochilas y cantimploras, lo habitual en este entorno, llevaban colgando sendos rifles automáticos.
Los hombres se dieron a la fuga pero las autoridades del parque los atraparon poco tiempo después en la pequeña localidad de Wawona, una detención que ayudó a destapar un cultivo de más de 6.000 plantas de marihuana en el corazón de este espacio protegido.
El año pasado, los guardas del parque se hicieron con más de 44.000 plantas -un valor de venta, al precio de la calle, de 176 millones de dólares-, lo que supone un incremento de más de un 30 por ciento con respecto a lo que se confiscó el año pasado.
En el vecino e igualmente famoso espacio natural de Yosemite, también en California, la situación es similar, según el último informe de la Asociación para la Conservación de los Parques Nacionales.
"La marihuana crece muy bien en algunos parques de California", dijo Steve Shackelton, jefe de los guardas del Parque Nacional de Yosemite, a la revista que publica la mencionada organización.
Tal y como recuerda Shackelton, en las faldas de Sierra Nevada hay pendientes empinadas, un clima templado y áreas muy remotas con riachuelos cercanos. Es decir, condiciones idóneas para el cultivo de la hierba.
Shackelton y otros directivos de los parques echan la culpa a las mafias mexicanas, que según creen se nutren de personas introducidas ilegalmente en el país para dedicarse al trabajo sucio.
Se trata de una situación que, irónicamente, ha empeorado desde el 11 de septiembre del 2001, la fecha de los atentados terroristas de Al Qaeda contra E.U., según Bill Tweed, naturalista del Parque Nacional de las Secuoyas.
Esto es así porque el incremento de la seguridad en la frontera con México tras los ataques terroristas hace que sea más difícil introducir drogas en el país, con lo que existen más incentivos para que se cultive dentro.
La otra gran ironía, explica Tweed, es que como las leyes estadounidenses amenazan con confiscar las tierras privadas donde se cultive droga, los traficantes tienen menos que perder con las plantaciones en propiedad pública.
Al margen de otras consideraciones, las plantaciones de marihuana destruyen la vegetación local, ya que utilizan agua en zonas que previamente estaban secas, y esparcen pesticidas y herbicidas.
Además, para expandir las plantaciones los cultivadores a menudo cortan árboles, excavan zanjas, crean pequeñas presas en los riachuelos y utilizan cañerías de plástico.
En Yosemite, algunos cultivadores cocinan con fuegos al aire libre, lo que podría desencadenar incendios en lugares de muy difícil acceso.
La gravedad de la situación llegó ante el Congreso de Estados Unidos a mediados de noviembre, cuando directivos de los parques testificaron para denunciar que la producción ilegal de marihuana en parques, bosques y otros espacios protegidos se ha convertido en un negocio multimillonario, principalmente concentrado en California.
Los guardas están preocupados porque estas mafias no dudan en utilizar agresivas trampas y armas automáticas para protegerse e incluso amenazar a los visitantes.
Para evitar que les sean extinguidas sus tierras, los productores de la hierba optaron por cultivarla en los parques nacionales.
Mientras hacían su ronda por el Parque Nacional de las Secuoyas, en California, dos guardias forestales se toparon el otoño pasado con dos hombres que en lugar de mochilas y cantimploras, lo habitual en este entorno, llevaban colgando sendos rifles automáticos.
Los hombres se dieron a la fuga pero las autoridades del parque los atraparon poco tiempo después en la pequeña localidad de Wawona, una detención que ayudó a destapar un cultivo de más de 6.000 plantas de marihuana en el corazón de este espacio protegido.
El año pasado, los guardas del parque se hicieron con más de 44.000 plantas -un valor de venta, al precio de la calle, de 176 millones de dólares-, lo que supone un incremento de más de un 30 por ciento con respecto a lo que se confiscó el año pasado.
En el vecino e igualmente famoso espacio natural de Yosemite, también en California, la situación es similar, según el último informe de la Asociación para la Conservación de los Parques Nacionales.
"La marihuana crece muy bien en algunos parques de California", dijo Steve Shackelton, jefe de los guardas del Parque Nacional de Yosemite, a la revista que publica la mencionada organización.
Tal y como recuerda Shackelton, en las faldas de Sierra Nevada hay pendientes empinadas, un clima templado y áreas muy remotas con riachuelos cercanos. Es decir, condiciones idóneas para el cultivo de la hierba.
Shackelton y otros directivos de los parques echan la culpa a las mafias mexicanas, que según creen se nutren de personas introducidas ilegalmente en el país para dedicarse al trabajo sucio.
Se trata de una situación que, irónicamente, ha empeorado desde el 11 de septiembre del 2001, la fecha de los atentados terroristas de Al Qaeda contra E.U., según Bill Tweed, naturalista del Parque Nacional de las Secuoyas.
Esto es así porque el incremento de la seguridad en la frontera con México tras los ataques terroristas hace que sea más difícil introducir drogas en el país, con lo que existen más incentivos para que se cultive dentro.
La otra gran ironía, explica Tweed, es que como las leyes estadounidenses amenazan con confiscar las tierras privadas donde se cultive droga, los traficantes tienen menos que perder con las plantaciones en propiedad pública.
Al margen de otras consideraciones, las plantaciones de marihuana destruyen la vegetación local, ya que utilizan agua en zonas que previamente estaban secas, y esparcen pesticidas y herbicidas.
Además, para expandir las plantaciones los cultivadores a menudo cortan árboles, excavan zanjas, crean pequeñas presas en los riachuelos y utilizan cañerías de plástico.
En Yosemite, algunos cultivadores cocinan con fuegos al aire libre, lo que podría desencadenar incendios en lugares de muy difícil acceso.
La gravedad de la situación llegó ante el Congreso de Estados Unidos a mediados de noviembre, cuando directivos de los parques testificaron para denunciar que la producción ilegal de marihuana en parques, bosques y otros espacios protegidos se ha convertido en un negocio multimillonario, principalmente concentrado en California.
Los guardas están preocupados porque estas mafias no dudan en utilizar agresivas trampas y armas automáticas para protegerse e incluso amenazar a los visitantes.