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ZAMURAY
Guest
Este es un articulo escrito para el tiempo por el señor RAFAEL PARDO
Referendo en California es una oportunidad:
Rafael Pardo
Jefe del Partido Liberal menciona aspectos positivos de la evetual legalización de la marihuana.
La proposición que se someterá a votación en California el próximo martes, más que una amenaza es una oportunidad para nosotros. Posiblemente sea votada de forma negativa por los habitantes de ese estado de los Estados Unidos, tal como indican las encuestas.
Pero si fuera aprobado o aun si es negado, sirve para poner un escalón más en un nuevo debate contra las drogas ilícitas.
Si se aprueba pocas cosas cambiarían en la realidad. La marihuana no es una droga que sea parte del gran flujo mundial del narcotráfico. De hecho Estados Unidos es el mayor productor mundial de esta hierba, se autoabastece, y California es el mayor productor. Solo marginalmente ingresa hierba de fuera de Estados Unidos. Por tanto, su eventual legalización en este estado poco afectaría el narcotráfico internacional.
Tampoco es la primera legalización de consumo. Holanda y Portugal tienen descriminalizadas las drogas llamadas suaves (marihuana y hachís) y 15 estados de Estados Unidos tienen formas de descriminalización de marihuana. Muchas ciudades europeas tienen en realidad descriminalizaciones de facto y poco sancionan a los consumidores.
Un nuevo pensamiento
El paradigma dominante desde hace cien años es que ciertas sustancias que alteran el estado mental de quienes las consumen, no son deseables para la sociedad y que por tanto su uso, tráfico, producción y posesión deben ser evitados, minimizados o eliminados. Para ello las normas deben proscribir estos comportamientos y determinar sanciones disuasivas para quienes quebranten estas prohibiciones. Este paradigma ha sido elevado a la categoría de normas internacionales a través de tratados, convenciones y acuerdos.
Régimen contras drogas
El centenario de la instauración del régimen internacional de prohibición de drogas es un momento oportuno para reflexionar sobre la eficacia de este régimen. Entre sus anomalías, se pueden nombrar las siguientes:
1. La clasificación de drogas prohibidas incluye sustancias que tienen usos no sicoactivos y no incluye otras que sí los tienen.
2. Enfatiza en la prohibición de sustancias de origen vegetal y descuida aquellas de fabricación química.
3. Criminaliza o ignora usos tradicionales o religiosos, que son regulados por mecanismos tradicionales en estas sociedades.
4. Criminaliza los usos médicos y terapéuticos de sustancias prohibidas.
5. La política policial internacional de perseguir los jefes de los grupos de traficantes, extraditarlos y aplicarles máximas penas no ha destruido las multinacionales del crimen organizado dedicadas al narcotráfico. Un capo preso, extraditado o muerto es reemplazado en poco tiempo por otro más poderoso y peligroso que el anterior.
6. La militarización como fórmula para combatir las mafias y a la producción ha sido ineficaz. Afganistán es punto culminante del fracaso de esta idea.
7. El Plan Colombia está lejos de ser modelo de éxito. A pesar de más de cinco billones de dólares destinados por EE. UU. a reducir la oferta en Colombia, esta continúa igual.
8. La amenaza de la extradición y las penas extremas de prisión no han disuadido a otros delincuentes a seguir el camino de los extraditados y condenados.
9. La política de negociación de penas para desvertebrar organizaciones criminales tampoco ha desmontado la capacidad de generar nuevas mafias.
La lógica de reducción de áreas de cultivo es simple: si se afecta la oferta se encarece la materia prima básica, sea cocaína o heroína, y esto eleva los precios del producto, lo que disuade a consumidores ocasionales a adquirir la sustancia.
Hay dos supuestos en esta lógica. Uno que la demanda tiene cierto grado de elasticidad lo que provocaría que un aumento en el precio reduciría la cantidad demandada, lo que no es consistente con la demanda de substancias que crean adicción, pues esta se muestra más bien inelástica. Y dos, se supone multiplicativo, como reza la literatura. sobre producción oligopolista.
La demostración final de la escasa o nula efectividad de la militarización como receta para controlar las drogas ilícitas es la experiencia de Afganistán, país ocupado con más de setenta mil efectivos de fuerzas de la OTÁN. Antes de esta ocupación, en 2001, la heroína producida fue 74 toneladas. En 2006, en el quinto año de ocupación de EE. UU., la producción fue de 6.100 toneladas. Y en 2008 produjo el 87 por ciento de la heroína del mundo.
Tres propuestas
Un nuevo pensamiento sobre cómo tratar las drogas debe construirse desde dos ideas básicas.
Una es que el consumo de drogas psicoactivas no es deseable para el individuo, ni para su familia, ni para la sociedad. La adicción y el consumo no son deseables, no por razones morales, sino de salud pública y médicas. La otra: las drogas son adictivas y su disponibilidad en un ambiente social, su consumo recreacional, así sea ocasional, en especial por parte de jóvenes, puede llevar a la adicción.
Atacar la base
La primera propuesta sería poner en práctica una efectiva política de sustitución de cultivo promoviendo desarrollo alternativo, aislada de la política general de desarrollo rural. Subsidiar a los agricultores que cultivan amapola o cocaína, para incentivar el abandono del cultivo sin intervenir el ambiente general del desarrollo rural tendría solo resultados parciales, pues nuevos cultivadores entrarían a producir en reemplazo de quienes dejan el cultivo.
Pretender eliminar el componente de financiación de dineros de las drogas en un conflicto, es ilusorio. La prioridad debe ser ponerle fin al conflicto y no ponerle fin a la financiación con drogas. Si el conflicto termina, el ambiente que permite la producción y tráfico también termina.
Es necesario enfocarse en el propósito de reducir o evitar la adicción y no solo enfatizar en el consumo de drogas. Campañas como la de No a la Droga dejan un campo abierto al consumo de otras substancias, como alcohol o tabaco, que también producen adicción y que llevan, en muchos casos, al consumo y subsecuente adicción a drogas.
La esquizofrenia de la despenalización
A pesar de la predominancia del régimen de prohibición, cada día más naciones han adoptado regímenes que no penalizan a quienes poseen para su propio consumo dosis pequeñas de estupefacientes. No hay una clasificación uniforme de cuáles son las sustancias permitidas, en unos casos llamadas drogas "suaves", ni de las cantidades no penalizadas.
Se trata de reducir la criminalidad asociada con la necesidad imperiosa de obtener droga por parte de los adictos, que los impulsa a cometer delitos para obtener la droga, o el uso médico, en el caso de la marihuana, recomendada para reducir los efectos de tratamientos de quimioterapia.
Pero lo que no ha sido resuelto por ninguna de estas legislaciones es la esquizofrenia entre la permisividad en la tenencia de las dosis permitidas y la manera cómo la droga llega a estos mercados.
Los famosos Coffee Shops en Holanda tienen autorización para vender marihuana o hachis, pero las autoridades no miran cómo ni a quién compran estos establecimientos las sustancias que venden a sus clientes.
Tampoco está reglamentado para casos en los cuales en tratamientos de tipo agonista de desintoxicación, en especial de opiáceos, se utilizan otros opiáceos cuyo suministro tampoco está regulado.
El hecho es que un porcentaje de consumidores ocasionales de drogas y también de adictos, reside bajo legislaciones que no proscriben pequeñas dosis de estupefacientes.
Un nuevo camino sería incentivar el diseño de canales controlados de suministro para aquellos adictos que tengan identificación emitida por el estado que los autorice a acudir a medios autorizados de suministro. Así se ligaría el tratamiento de desintoxicación o contra la adicción a una evidente salida del mercado ilegal de un porcentaje significativo de la droga ilegal.
Este canal quedaría únicamente para el mercado de los consumidores ocasionales.
Agenda de salud pública
Crear una agenda internacional con énfasis en programas de salud pública, tratamiento, reducción del daño y financiación de terapias contra la adicción.
La cooperación internacional que se ha mostrado tan activa, eficaz e intrusiva en la aplicación de medidas de represión, en la colaboración judicial, en la colaboración militar y policial, tendría que volcar su interés en complementar -no en sustituir- este esfuerzo para tener un mejor intercambio internacional.
Intercambio de investigaciones sobre adicción, tratamientos, posibles vacunas contra a la adición, controles al consumo, campañas de disuasión. Intercambio sobre nuevas iniciativas que reduzcan el consumo, que permitan tratar la adicción, eliminen los daños colaterales, den apoyo a las familias de los adictos, financien los tratamientos, hagan que este negocio ilegal deje de ser el factor de criminalidad, corrupción, desestabilización y distorsión de valores.
Ante tantas y tantas anomalías, preguntas e inquietudes, ¿no habría que revisar el paradigma que sustenta la política antidrogas?
¿No habría que sentarse a mirar en detalle, con los mejores académicos y analistas, qué es lo que está pasando? ¿Qué funciona y qué no?
Citando a Thomas S. Kuhn en su conocido ensayo La Estructura de las revoluciones científicas, cuando una teoría pierde la capacidad explicativa y aparecen tantas anomalías inexplicables, es que ha llegado el momento de otro paradigma.
Rafael Pardo
Presidente del Partido Liberal
Fuente EL TIEMPO
Referendo en California es una oportunidad:
Rafael Pardo
Jefe del Partido Liberal menciona aspectos positivos de la evetual legalización de la marihuana.
La proposición que se someterá a votación en California el próximo martes, más que una amenaza es una oportunidad para nosotros. Posiblemente sea votada de forma negativa por los habitantes de ese estado de los Estados Unidos, tal como indican las encuestas.
Pero si fuera aprobado o aun si es negado, sirve para poner un escalón más en un nuevo debate contra las drogas ilícitas.
Si se aprueba pocas cosas cambiarían en la realidad. La marihuana no es una droga que sea parte del gran flujo mundial del narcotráfico. De hecho Estados Unidos es el mayor productor mundial de esta hierba, se autoabastece, y California es el mayor productor. Solo marginalmente ingresa hierba de fuera de Estados Unidos. Por tanto, su eventual legalización en este estado poco afectaría el narcotráfico internacional.
Tampoco es la primera legalización de consumo. Holanda y Portugal tienen descriminalizadas las drogas llamadas suaves (marihuana y hachís) y 15 estados de Estados Unidos tienen formas de descriminalización de marihuana. Muchas ciudades europeas tienen en realidad descriminalizaciones de facto y poco sancionan a los consumidores.
Un nuevo pensamiento
El paradigma dominante desde hace cien años es que ciertas sustancias que alteran el estado mental de quienes las consumen, no son deseables para la sociedad y que por tanto su uso, tráfico, producción y posesión deben ser evitados, minimizados o eliminados. Para ello las normas deben proscribir estos comportamientos y determinar sanciones disuasivas para quienes quebranten estas prohibiciones. Este paradigma ha sido elevado a la categoría de normas internacionales a través de tratados, convenciones y acuerdos.
Régimen contras drogas
El centenario de la instauración del régimen internacional de prohibición de drogas es un momento oportuno para reflexionar sobre la eficacia de este régimen. Entre sus anomalías, se pueden nombrar las siguientes:
1. La clasificación de drogas prohibidas incluye sustancias que tienen usos no sicoactivos y no incluye otras que sí los tienen.
2. Enfatiza en la prohibición de sustancias de origen vegetal y descuida aquellas de fabricación química.
3. Criminaliza o ignora usos tradicionales o religiosos, que son regulados por mecanismos tradicionales en estas sociedades.
4. Criminaliza los usos médicos y terapéuticos de sustancias prohibidas.
5. La política policial internacional de perseguir los jefes de los grupos de traficantes, extraditarlos y aplicarles máximas penas no ha destruido las multinacionales del crimen organizado dedicadas al narcotráfico. Un capo preso, extraditado o muerto es reemplazado en poco tiempo por otro más poderoso y peligroso que el anterior.
6. La militarización como fórmula para combatir las mafias y a la producción ha sido ineficaz. Afganistán es punto culminante del fracaso de esta idea.
7. El Plan Colombia está lejos de ser modelo de éxito. A pesar de más de cinco billones de dólares destinados por EE. UU. a reducir la oferta en Colombia, esta continúa igual.
8. La amenaza de la extradición y las penas extremas de prisión no han disuadido a otros delincuentes a seguir el camino de los extraditados y condenados.
9. La política de negociación de penas para desvertebrar organizaciones criminales tampoco ha desmontado la capacidad de generar nuevas mafias.
La lógica de reducción de áreas de cultivo es simple: si se afecta la oferta se encarece la materia prima básica, sea cocaína o heroína, y esto eleva los precios del producto, lo que disuade a consumidores ocasionales a adquirir la sustancia.
Hay dos supuestos en esta lógica. Uno que la demanda tiene cierto grado de elasticidad lo que provocaría que un aumento en el precio reduciría la cantidad demandada, lo que no es consistente con la demanda de substancias que crean adicción, pues esta se muestra más bien inelástica. Y dos, se supone multiplicativo, como reza la literatura. sobre producción oligopolista.
La demostración final de la escasa o nula efectividad de la militarización como receta para controlar las drogas ilícitas es la experiencia de Afganistán, país ocupado con más de setenta mil efectivos de fuerzas de la OTÁN. Antes de esta ocupación, en 2001, la heroína producida fue 74 toneladas. En 2006, en el quinto año de ocupación de EE. UU., la producción fue de 6.100 toneladas. Y en 2008 produjo el 87 por ciento de la heroína del mundo.
Tres propuestas
Un nuevo pensamiento sobre cómo tratar las drogas debe construirse desde dos ideas básicas.
Una es que el consumo de drogas psicoactivas no es deseable para el individuo, ni para su familia, ni para la sociedad. La adicción y el consumo no son deseables, no por razones morales, sino de salud pública y médicas. La otra: las drogas son adictivas y su disponibilidad en un ambiente social, su consumo recreacional, así sea ocasional, en especial por parte de jóvenes, puede llevar a la adicción.
Atacar la base
La primera propuesta sería poner en práctica una efectiva política de sustitución de cultivo promoviendo desarrollo alternativo, aislada de la política general de desarrollo rural. Subsidiar a los agricultores que cultivan amapola o cocaína, para incentivar el abandono del cultivo sin intervenir el ambiente general del desarrollo rural tendría solo resultados parciales, pues nuevos cultivadores entrarían a producir en reemplazo de quienes dejan el cultivo.
Pretender eliminar el componente de financiación de dineros de las drogas en un conflicto, es ilusorio. La prioridad debe ser ponerle fin al conflicto y no ponerle fin a la financiación con drogas. Si el conflicto termina, el ambiente que permite la producción y tráfico también termina.
Es necesario enfocarse en el propósito de reducir o evitar la adicción y no solo enfatizar en el consumo de drogas. Campañas como la de No a la Droga dejan un campo abierto al consumo de otras substancias, como alcohol o tabaco, que también producen adicción y que llevan, en muchos casos, al consumo y subsecuente adicción a drogas.
La esquizofrenia de la despenalización
A pesar de la predominancia del régimen de prohibición, cada día más naciones han adoptado regímenes que no penalizan a quienes poseen para su propio consumo dosis pequeñas de estupefacientes. No hay una clasificación uniforme de cuáles son las sustancias permitidas, en unos casos llamadas drogas "suaves", ni de las cantidades no penalizadas.
Se trata de reducir la criminalidad asociada con la necesidad imperiosa de obtener droga por parte de los adictos, que los impulsa a cometer delitos para obtener la droga, o el uso médico, en el caso de la marihuana, recomendada para reducir los efectos de tratamientos de quimioterapia.
Pero lo que no ha sido resuelto por ninguna de estas legislaciones es la esquizofrenia entre la permisividad en la tenencia de las dosis permitidas y la manera cómo la droga llega a estos mercados.
Los famosos Coffee Shops en Holanda tienen autorización para vender marihuana o hachis, pero las autoridades no miran cómo ni a quién compran estos establecimientos las sustancias que venden a sus clientes.
Tampoco está reglamentado para casos en los cuales en tratamientos de tipo agonista de desintoxicación, en especial de opiáceos, se utilizan otros opiáceos cuyo suministro tampoco está regulado.
El hecho es que un porcentaje de consumidores ocasionales de drogas y también de adictos, reside bajo legislaciones que no proscriben pequeñas dosis de estupefacientes.
Un nuevo camino sería incentivar el diseño de canales controlados de suministro para aquellos adictos que tengan identificación emitida por el estado que los autorice a acudir a medios autorizados de suministro. Así se ligaría el tratamiento de desintoxicación o contra la adicción a una evidente salida del mercado ilegal de un porcentaje significativo de la droga ilegal.
Este canal quedaría únicamente para el mercado de los consumidores ocasionales.
Agenda de salud pública
Crear una agenda internacional con énfasis en programas de salud pública, tratamiento, reducción del daño y financiación de terapias contra la adicción.
La cooperación internacional que se ha mostrado tan activa, eficaz e intrusiva en la aplicación de medidas de represión, en la colaboración judicial, en la colaboración militar y policial, tendría que volcar su interés en complementar -no en sustituir- este esfuerzo para tener un mejor intercambio internacional.
Intercambio de investigaciones sobre adicción, tratamientos, posibles vacunas contra a la adición, controles al consumo, campañas de disuasión. Intercambio sobre nuevas iniciativas que reduzcan el consumo, que permitan tratar la adicción, eliminen los daños colaterales, den apoyo a las familias de los adictos, financien los tratamientos, hagan que este negocio ilegal deje de ser el factor de criminalidad, corrupción, desestabilización y distorsión de valores.
Ante tantas y tantas anomalías, preguntas e inquietudes, ¿no habría que revisar el paradigma que sustenta la política antidrogas?
¿No habría que sentarse a mirar en detalle, con los mejores académicos y analistas, qué es lo que está pasando? ¿Qué funciona y qué no?
Citando a Thomas S. Kuhn en su conocido ensayo La Estructura de las revoluciones científicas, cuando una teoría pierde la capacidad explicativa y aparecen tantas anomalías inexplicables, es que ha llegado el momento de otro paradigma.
Rafael Pardo
Presidente del Partido Liberal
Fuente EL TIEMPO