Cuando Maxi Rodríguez (*uto ) mató el balón con el pecho y puso el balón en el ángulo derecho de la portería, mató cualquier aspiración. Nos regresó a la realidad y reafirmó que la maldición mexicana es jugar como nunca y perder como siempre.
De nada sirvió el juego bonito de nuestros aztecas, el golazo de Rafa Márquez, la defensa impecable y la media agresiva. Jared Borgueti salió con todo después de una lesión y anotó, pero en la portería equivocada. Minuto 6 y México se va arriba. Minuto 10 y un autogol nos dice que la mala suerte está de nuestro lado.
Ellos dicen que Dios es argentino y ayer lo confirmaron. México tuvo el partido en la bolsa, jugó excelente a pesar del arbitraje, metió a los argentinos en verdaderos aprietos y los borró de la cancha. Hasta los comentaristas argentinos tuvieron que morder polvo y reconocer que hombre a hombre, México era mejor y dejaba a los albicelestes reducidos a nada.
"¿Dónde está la selección que le anotó 6 goles a Serbia y Montenegro?", gritaba "El Perro" Bermúdez a eso del minuto 15 del primer tiempo. Todos a soñar, pero con reservas. Todo les salía bien a los de verde y nosotros haciamos "changuitos" por que todo siguiera así.
El balón va y viene siempre a favor de los nuestros. No se doblan. Refrescos, cervezas y botanas van y vienen. Maldiciones en contra de un árbitro errático que no saca la tarjeta roja en contra de un argentino que faulea al "Kikín" cuando éste se enfila hacia la portería.
El 2 a 1 no llega. Minuto 90 y el árbitro pita el final. Tiempo extra para definir quién se va a cuartos de final. México con el Jesús en la boca.
Los pupilos de La Volpe destrozados, pero enteros. La afición mexicana espera que en los 30 minutos de reposición brote por ahí una genialidad y nos ponga en la siguiente fase. Calambres, estirones, masajes. Los guerreros están doblados, pero no vencidos.
Arranca el primer tiempo extra y en un centro salido quién sabe de dónde, Maxi Rodríguez la para de pecho y con la izquierda vence a un Oswaldo Sánchez que por más que se estira no puede hacer suyo el esférico. Silencio total. Gritos a morir entre las barras argentinas.
Una jugada endiosaba bastó para dejarnos fuera del torneo. Los marichis y la banda callaron. Tango mata ranchera. De poco sirvió el juego impecable y el hecho que Guardado, a sus 19 años, pusiera en jaque por la banda a la defensa pampera, si en el centro del área las jugadas no cuajaban. De poco sirvió la garra, si al final, se repitió la mexicanada...