Solo te recomendaria corregir el pequeño error con el uso de "mas sin embargo" y quitarle el "mas" ya que es una expresión mal escrita por redundancia.
http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20100417181029AAJVi1G
Por otro lado, pongo este sin conrregir:
ELLA TENÍA FALDA.
Viene la noche. Los últimos rayos acaban de recorrer el camino, fueron, en síntesis, 8 largos minutos de su trayecto desde la corona exterior del sol hasta aquí. Miro desde mi ventana atónico el color anaranjado de los edificios del centro de la ciudad al atardecer, y si viene la noche? Y entonces? Que haré? Por favor, te lo imploro: Medellín, no me dejes.
Medellín se muere. La ciudad de la noche no es, en definitiva, la ciudad del día; es por eso que, existe una diferencia abrumadora que sin lugar a dudas ejerce cambios sobre los seres. Las personas no son seres del día y de la noche, las personas son seres de la noche ó del día, uno no escoge el bando, el bando sencillamente lo escoge a uno, y podría decirse que la noche me escogió a mí.
Pero me niego, a veces elaboro sofisticados insultos contra la realidad, la realidad es una ******, me digo, es una cárcel, a veces un abismo. Sin embargo es innegable que la realidad no es mas que una percepción de los objetos alterados por nosotros mismos, a veces no nos gusta la realidad porque no nos gustamos nosotros, incluso, si lo negamos implícitamente.
Ahora me encuentro en el tren, busco dentro de mis listas de reproducción contenidas en mi teléfono móvil algo que me alegre y hago cabalas sobre si llegara un tren de los nuevos o de los viejos, da igual, al final, llegaré a mi destino, pero hacer cabalas sobre el futuro nos mantiene vivos, nos hace pensar en que es importante lo que no es. Elijo un grupo musical al azar y tatareo mientras alguna extraña mujer me mira de manera extraña, como si estuviera mirando un microbio. Entonces hago lo único realmente capaz de desconectarme pues resulta que el tejido con el que está construida la realidad tiene huecos y vacíos, y uno de ellos, por lo menos para mí, es escribir.
Sacó una hoja oficio, perfectamente blanca, perfectamente doblada, de esas de resma, del libro que este leyendo en el momento, el cual, de paso, uso para apoyar la hoja sobre uno de los muros que tienen las estaciones del metro y que lindan con el exterior. La mayor parte del tiempo ando con 3 ó 4 bolígrafos distintos, tengo también una pluma, mi favorita (me encantan), y sacó de mi bolso cualquiera, sin discriminación. Las palabras podrían fluir como un río después de un gran aguacero, como con furia, como rebeldes, como desafiantes en un mundo en el que, incluso, desafiar no es algo nuevo. Pero no pasa.
Es un gran momento de shock, de mente en blanco, como si me hubieran drogado y no lo supiera por estar perdido en los hilos de la inconsciencia, por entonces la extraña mujer de turno que me mira como a un microbio ya no mira como a uno sino como a varios, quizás como a una cucaracha, un ser despreciable, extraño, de color distinto, de fin distinto aunque también sucede que, a veces, ante el solo hecho de pretender escribir algo ciertas personas intentan descifrar lo que se va a escribir. Entonces, desde varios metros a la distancia intentan telepáticamente adivinarlo como si fuera algo importante, como si fuera a escribir la clave para evitar el envejecimiento o la tragedia dramática mas importante de todos los tiempos. Siempre me ha parecido interesante esa reacción, porque, si la gente se asombra viendo a un extraño escribir en un sitio publico, si les parece algo digno de descifrar, de observar, porque no lo hacen ellos también?. La mayor parte del tiempo creo que los escritores fantasma no somos mas que eso: fantasma perdidos dentro de la estricta de la ciudad, seres de otro mundo, visitantes, paradojas y anomalías en el espacio y el tiempo que no tenían porque pasar.
La primera palabra que escribo sobre la hoja es “encuentro” es paradójico, porque, en esta parte del relato es evidente que estoy profundamente solo, si hacemos cuentas, no me acompañaba nadie en la ventana y tampoco nadie en mi debate interno entre el muro de la estación, la pluma, la hoja perfectamente doblada y la soledad. Pero a su vez podría ser un llamado de mi mente inconsciente, encuentro, y a todas estas encuentro con quien? Para que? Con que fin?, realmente, solo lo empiezo a saber a partir del momento en el cual escribo la siguiente frase: “de dos miradas”.
Llega el tren, la mayoría de las veces sucede que antes de abrirse las puertas estoy, de manera apurada, doblando y guardando nuevamente la hoja y la pluma ante la mirada de alguna mujer apoyada sobre las barras metálicas del tren por lo que no caigo en cuenta si fue, en efecto, un tren de los viejos o de los nuevos. Ese tipo de mujeres me llaman mucho la atención porque, en general, lucen absolutamente cansadas producto, quizás, de un largo día laboral y pareciera como si, en realidad, nada mas allá que el llegar les importara Se me hace extraño como me miran, como con cierto silencio pero con cierta ternura, como expectantes, como sorprendidas por ver a alguien guardar apuradamente una pluma, una hoja y un libro. Siempre pasa.
Dentro del tren existe un nuevo universo, hay de todo, hombres en traje elegante, hombres que visten de manera informal, mujeres también elegantes, mujeres jóvenes a las que la vestimenta no parece importarles en lo mas mínimo, hombres con mirada de sicópata, mujeres absolutamente atractivas y desprevenidas (como si no existieran y realmente lo creyesen), y en particular, unos seres que forman parte de mi mundo: el mundo de los reflejos.
El mundo de los reflejos existe en múltiples partes pero, concretamente, suelo ingresar a él en los buses y el metro. En los reflejos, se distorsiona un poco la realidad y entonces uno puede ver a personas que no podría ver con el ángulo de visión presente, a veces esas personas no saben que lo pueden ver a uno y entonces uno aprovecha y usa dicha habilidad extraordinaria para fisgonear con total impunidad. Dicen que el mundo de lso reflejos es el primer recinto de los tímidos aunque no suele ser mi caso pues uso el mundo de los reflejos para aislarme, para no ver la gente, para llegar a otro lugar.
El tren avanza y, dos estaciones después, se bajan la mayoría de las personas que hacían tumulto, entonces aprovecho y me paro al lado de las puertas. Me gusta estar en las puertas por dos razones, una porque puedo ver la ciudad conforme avanza el metro y la segunda: porque puedo disfrutar con mayor complacencia del mundo de los reflejos.
Conforme el tren avanza pienso en el escrito, por entonces tenía dos frases, “encuentro”, “de dos miradas”, pienso en la tercera para escribirla luego pero no se me ocurre nada. El tren hace una maniobra extraña y, a toda velocidad, adopta una curva que, finalmente, depara en el río, entonces después de eso el tren sigue su curso ene l mismo sentido que la corriente de dicho ser fluvial. Yo miro al río y lo hago absolutamente maravillado, parezco tan o mas drogado que cuando intenté a empezar a crear el escrito. El rio pareciera tener olas, la corriente enseña también cosas, incluso si es de noche, al final, todo fluye, el río lo seguirá haciendo, lo ha venido haciendo durante cientos de años, la enseñanza es que, la vida debe continuar.
La voz mecánica, grave, y tradicional del metro anuncia la próxima estación, esa estación se llama Acevedo, resulta que, uno puede ver desde el ventanal (para entonces caigo en cuenta que estoy dentro de uno de los trenes nuevos porque los ventanales son más grandes) como las góndolas del metrocable hacen su danza, bajando y subiendo llevando trabajadores, obreros, seres malos, buenos, almas caritativas, pero también los mismos de mirada sicópata, falta tan solo una estación para llegar a mi destino y no había ni siquiera podido crear la tercera frase pues resulta que había estado divagando, perdido, como el bloqueo que ya había mencionado antes.
Para mas desgracia, como si la desgracia fuera poca, como si querer escapar de la realidad no fuera una desgracia, el tren parece avanzar a mayor velocidad y me doy cuenta que no podré crear la tercera frase, la resignación entonces repobla mi mente, el reloj de la vida, bueno, sin ser tan dramáticos, del viaje, parecía llegar a su final, parece que todo sucedió porque había olvidado algo, porque no podía recordar una acción concreta que estaba previamente haciendo, que era ese algo? Parece que lo he olvidado, entonces mi mente se ilumina y lo recuerdo: había olvido el mundo de los reflejos y, en él, una mujer me estaba mirando!
Eureka, me digo, ahora tengo la tercera frase “de dos almas perdidas que se encontraron en el mundo de los reflejos”. Entonces hay un movimiento, y la turba, la masa, se moviliza hacia el sector de la puerta por lo que pierdo de vista a aquella misteriosa mujer, la volvería a ver en mi vida? Aparentemente no.
Sin embargo, la realidad, o bueno, nuestra percepción sobre las cosas tiene una forma asombrosa de sorprendernos, el tren se detiene después de su ingreso a la estación, las puertas se abren, la gente sale y entonces ocurre todo, entonces lo sé todo. Encuentro, de dos miradas, que se conocieron, perdidas, en el mundo de los reflejos, abriéndose, las puertas del tren anunciaron un nuevo destino para darle paso al viento. Su rostro y su cabello detenían ese y todos los momentos, ella, tenía falda.