Comencé el desarrollo del sistema operativo GNU en enero de 1984. El objetivo era desarrollar un sistema operativo completo que fuera totalmente libre, para que sea posible utilizar una computadora con libertad. Utilizar un programa que no sea libre significaba entregar tu libertad. Para recuperarla, necesitábamos cambiar al software libre. Pero como no existía un sistema operativo libre en 1984, comencé a desarrollar uno.
GNU sigue el sistema de Unix (el cual no es libre), y su nombre es un acrónimo recursivo de “GNU no es Unix” -una forma graciosa de reconocerle a Unix sus ideas técnicas, mientras se expresa lo más importante sobre GNU-. Porque GNU es similar a Unix, pero GNU no es Unix ya que puede ser libre.
En los ’80, un sistema similar a Unix estaba formado por cientos de componentes. Necesitábamos repuestos libres para la mayoría (pocas piezas eran prescindibles). Para 1990, casi todos estaban hechos, pero faltaba un componente esencial: el núcleo, el programa que gestiona los recursos de la computadora a todos los otros programas. En 1992, el desarrollador del núcleo Linux lo convirtió en un software libre (la licencia anterior era demasiado restrictiva). Entonces Linux llenó el último vacío en GNU, y la combinación, el sistema GNU/Linux, el primer sistema operativo libre (1).
No me gusta referirme a la utilización de software como un “mercado” porque ese término implica que pensamos en él sólo en términos económicos. Eso significa no entender nada. El software libre se trata de la libertad, lo cual hace que la economía sea secundaria. El software libre te da el control del software que utilizas.
Debido a las cuatro libertades impuestas para el software libre, se lo desarrolla democráticamente bajo el control de sus usuarios. El software privativo está bajo el control de su autor, quien tiene poder sobre sus usuarios. Pienso que el software privativo es una práctica antisocial y espero que se acabe.