De regreso desde Rio de Janeiro. Varias anécdotas, no todas agradables.
- La interacción aeropuertos-transporte es pésima, y poco amable para turistas. El aeropuerto de Galeao está demasiado lejos de la ciudad, y es necesario hacer dos o tres transbordos para llegar a él en el Transcarioca (Transmi de Rio). No llega el metro, pero una de las estaciones de este está integrada a la línea. El aeropuerto Santos Dumont es al lado del centro, pero las tarjetas que expiden ahí (Riocard) son caras: no aplican las integraciones tarifarias! Ah, y el metro tiene algo raro los domingos: la línea 2, que es la que llega al BRT que comunica con Galeao, no opera completa los sábados, domingos y festivos. Por otro lado, no hay vendedores ambulantes en el Metro. La policía los saca casi que de inmediato.
- El sistema de bicicletas, por el contrario, fue un hit. Muy recomendable para uno como turista, fue de enorme utilidad y permitió ahorrar bastante en traslados en la zona sur, además de dar una nueva perspectiva y disfrutar las ciclovías en la ciudad. 10 reales por el plan mensual sin renovación es una ganga. Sugerencia: darle la vuelta a Lagoa en bicicleta. Es entretenido!!! Aunque es necesaria una SIM card para sacarle el máximo provecho, sobre lo cual...
- Conseguir una SIM fue innecesariamente complicado. Fuimos a dos locales de dos operadores diferentes en Ipanema, y las únicas opciones que vendían para extranjeros eran unas SIM con precios altísimos: una costaba 150 reales y tenía 3.5 gigas de navegación, y otra costaba 110 reales con 100 de tiempo al aire. Claramente intentaban vernos la cara de turistas. Mejor comprarla en un punto autorizado en otra parte de la ciudad, como Flamengo, Botafogo o quizás Leblon. Evitar los puntos oficiales en Ipanema (ni idea Copacabana), y evitar a toda costa las casetas en los andenes. Oí historias de SIM mal activadas allá.
- La comida es cara, pero pensé que sería peor de lo que fue. Un combito callejero de 6 reales por bebida y pastelito es relativamente fácil de conseguir en el centro y zonas no llamadas Copacabana e Ipanema, y hasta en Copacabana pude conseguir una pizza mediana de buen sabor a 35 mil pesos en un chuzo al lado de la playa (no tan caro teniendo en cuenta la ubicación). Además, esta playa estaba llena de chuzos que vendían el vasito de caipirinha a 5 reales. También conseguí unas buenas pastas en Spoleto a 25 mil con gaseosa. Y hay muchos sitios de café con precios decentes, aunque siempre pídanlo sin azúcar.
- El servicio al cliente es más bien regularcito, tirando a malo en ocasiones. Cumple, pero no enamora. Ahí creo que sí tenemos algo especial acá en Colombia.
- Tanto los puntos 4 y 5 me recordaron mucho a Cartagena. Pero los puntos 7 y 8 definitivamente son ventajas de Rio.
- Aceptan tarjetas en todas partes, hasta en los chuzos de caipirinhas y cocos helados al lado de la playa. También aceptan tarjetas en las máquinas de recarga de las estaciones de transporte público, pero sólo tarjetas débito Maestro y Electron. Visa Debit no funciona ahí.
- Sólo fuimos a playa una tarde, en Ipanema. Y estaba repleta, pues fuimos en pleno viernes santo. Aún así, no sufrimos tanto con los vendedores como esperábamos. Definitivamente mucho mejor que Cartagena en ese frente.
- Los brasileños viven enamorados del azúcar. Es mejor pedir el café sin azúcar, y nunca antes había visto un menú de desayuno que incluyera un pedazo de torta de banano además de café, media papaya, panes de queso, huevos y juguito. La ciudad no es apta para diabéticos, y tendrá problemas si es vegetariano.
- Preferiblemente, evitar comprar muchas cosas. Brasil es caro, y la tecnología es ridículamente costosa. Hasta los duty free son caros: un iPhone X de 64 gigas costaba 1550 dólares (precio en un almacén de cadena colombiano). Ah, y fuera de ahí? 7 mil reales, aproximadamente 2000 dólares.
- Ojo con los cajeros que no aceptan retiros con tarjetas internacionales! Los principales culpables son los Caixa y los 24 Horas. De otros bancos, el Citi funcionó bien y asumo que los de Santander también. Menos mal y habían tantos datáfonos.
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