No he leído todo el tópico porque hay muchas respuestas bien extensas y no me da el ánimo para leerlas.
Quisiera aportar algunas cosas, más que todo opiniones y ciertas hipótesis, porque de ahí a tener posiciones me falta mucho.
Yo veo la búsqueda del lenguaje inclusivo, por norma general, como un despropósito. No sé ni por dónde empezar. Voy a tratar de elaborar una exposición deductiva.
En principio, no sabemos como tal la relación del lenguaje con las cosas, es decir, la palabra, al margen del género, necesita tantísimo de la generalización y de la discriminación, que los detalles deben tildarse de "patológicos". En otros términos, el lenguaje es naturalmente "metafísico", ya que no se detiene en los aspectos peculiares de las cosas. ¿Cómo es que podemos llamar banano a esa fruta, cuando en la vida hemos visto dos iguales? Si gustan de la literatura, Borges tiene ese hermoso cuento: Funes el memorioso. Un paradigma de lo que el lenguaje omite.
Si la relación de la palabra con la cosa se crea a partir de omisiones, ¿Será posible, entonces, que la palabra designe la esencia de la cosa? Hasta cierto punto, la discusión ha quedado en que de existir tal esencia de la cosa, no estaría en el ente concreto, sino en el propio lenguaje. En ese sentido, el género resultaría irrelevante para tal modo de reflexionar. Por tanto, el lenguaje impone género más por una serie de cuestiones de sus propias reglas, la gramática, que por la naturaleza de las cosas.
Por ello mismo, no cualquier persona puede meterle mano a eso. Alguien que pretenda realizar modificaciones al lenguaje, deberá ser una especie de "legislador" del mismo. Platón, siendo un filósofo realista, o sea, suponer en la existencia real de las ideas al margen de su conocimiento o dominio por parte de los humanos, es el que deduce esa figura del legislador, al no poder encontrar un relación apodíctica, ni siquiera en su lengua, entre la cosa y el nombre.
Ahora bien, como el asunto de la inclusión en el lenguaje está encabezada por el feminismo, veo desde ahí más problemas que razones de peso. El gran problema del feminismo, a mi modo de ver, es que sea abierto. Si hay algo indudablemente democrático, es que la humanidad es pendeja. Abrirse a que cualquiera entre, se denomine y hable a nombre de una colectividad, es un problema enorme. Lo que se ve en internet es que ese movimiento se sabotea a sí mismo. Por legítimas que sean muchas de sus exigencias, que muchas lo son, claro está, se entorpece su difusión y defensa por una cantidad considerable de tontas que malversan cualquier punto válido.
Por ello, desde esa perspectiva, como falta un sin número de aclaraciones previas y sólo hay una repetición infantil de argumentos, o sea, modas, ni se ponen de acuerdo en la estructura del lenguaje que quieren modificar: si se trata sólo de los pronombres, por ejemplo. He visto muchas personas que ya se meten con el tema incluso de los sustantivos y adjetivos, lo cual entorpece cualquier intento de comunicación. Llegan incluso al paroxismo de inventarse sus propios pronombres... ¡qué babosada!