El pasado 9 de abril luego de una magistral campaña publicitaria National
Geographic Channel exhibió a nivel mundial el documental "El evangelio
prohibido de Judas" que está causando polémica, y en el cual omitieron
muchos hechos que desmentirian contundentemente su teoría.
La similitud con el fenómeno de "El Código Da Vinci" es evidente, en sus
afirmaciones grandilocuentes e infundadas de que contienen revelaciones
previamente ocultas que cambiarían el curso del cristianismo, así como la
búsqueda de un rédito comercial inmediato. "
El Dr. Fernando Saraví, miembro del equipo de Razones para Creer nos da un
criterio a la luz de la historia.
La reciente publicación por parte de National Geographic de una copia del
llamado Evangelio de Judas, presente en un códice de papiro hallado hace
casi tres décadas en Egipto fue precedida de un impresionante despliegue
publicitario que alcanzó los titulares de los medios de todo el mundo.
Lamentablemente, National Geographic eligió presentar un acontecimiento
científico notable con un deliberado tono sensacionalista, no exento de
insinuaciones contra las iglesias cristianas, como es obvio en el título de
la presentación televisiva: "El evangelio prohibido de Judas".
En el desarrollo del programa se afirmó que el documento podría "desbaratar"
el dogma cristiano, que el obispo Ireneo de Lyon escogió en el siglo II los
cuatro Evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y descartó decenas
de otros evangelios existentes. También se dijo que en los Evangelios
canónicos se evidencia un creciente antisemitismo, y se vinculó este
supuesto antisemitismo con la persecución de los judíos que alcanzó su
culminación en el siglo XX bajo el régimen nazi.
La liviandad irresponsable de estas afirmaciones contrasta con la seriedad
del trabajo de restauración, reconstrucción, edición y traducción del texto
por parte de los eruditos involucrados. Por esta razón se torna
imprescindible distinguir el valor histórico del Evangelio de Judas de su
empleo con fines ideológicos.
Algunos hechos
El documento publicado forma parte de un códice (conjunto de hojas cosidas a
modo de libro) de papiro de 62 ó 66 páginas, hallado en 1978 cerca de El
Minyah, una localidad en el margen occidental del Nilo. El sitio se
encuentra al norte de Hag Hammadi, donde en 1945 se hallaron varios
documentos relacionados. Fue comprado por anticuarios locales, ilegalmente
sacado de Egipto y finalmente adquirido por la anticuaria de Zurich Frieda
Nussberger-Tchacos en 2000. La propietaria lo llamó códice Tchacos en honor
a su padre. El códice había pasado 16 años en una caja de seguridad en Nueva
York, donde, lejos del clima cálido y seco de Egipto, su estado se había
deteriorado notablemente.
La Fundación Mecenas de Basilea (Suiza) lo adquirió en 2001, pero como la
ley suiza no permite la venta de un documento robado de su país de origen,
la citada Fundación debió buscar formas alternativas de obtener beneficios.
Por ello convocó a National Geographic para conservar, autenticar, editar y
traducir el documento, cuyo destino final será el Museo Copto de El Cairo.
El códice Tchacos consta de hojas de papiro escritas de ambos lados. El
Evangelio de Judas ocupa sólo una parte de su extensión. El resto contiene
otros documentos como el Primer Apocalipsis de Jacobo, la carta de Pedro a
Felipe y un texto denominado tentativamente el Libro de Alógenes. Está
escrito en copto, el idioma popular de los egipcios entre los siglos III y X
de nuestra era, que incorporaba muchas palabras griegas y se escribía en
caracteres similares a los del alfabeto griego. Específicamente, la
escritura corresponde a un dialecto copto llamado sahídico.
La autenticidad del códice fue evaluada mediante una serie de técnicas que
incluyen su datación mediante carbono-14, análisis de la tinta empleada,
análisis multiespectral, paleografía (análisis de la escritura antigua).
Además se realizó un análisis del contenido y estilo. Los resultados indican
que se trata de un genuino códice copto que data del siglo III o IV de
nuestra era. Esto no significa en modo alguno que sea un documento
cristiano, ni mucho menos de origen apostólico. Resumen del contenido
Lo siguiente se basa en la traducción publicada por National Geographic, que
al parecer no incluye sino parte del texto del códice original.
El llamado Evangelio de Judas está encabezado por la siguiente descripción:
"El relato secreto de la revelación que Jesús pronunció en conversación con
Judas Iscariote durante una semana, tres días antes de que celebrara la
Pascua". Al final del manuscrito, como en otros similares, se lee el título:
El evangelio de Judas.
Menciona que Jesús hizo "milagros y grandes maravillas para la salvación de
la humanidad" y que llamó doce discípulos, a los cuales a veces se les
aparecía como un niño.
Característicamente, Jesús censura una y otra vez a los doce, y se ríe de
ellos. El único que puede permanecer en pie ante él es Judas, quien le
confiesa como proveniente del "ámbito inmortal de Barbelo". Jesús le ordena
que se aparte de los otros discípulos para recibir una gran revelación.
Si bien el texto es fragmentario, ya que faltan líneas aquí y allá, lo que
se presenta es una cosmogonía y una escatología típica del movimiento
gnóstico, en la cual, por ejemplo, Adán y Eva fueron creados por espíritus
inferiores o diabólicos.
Jesús le revela a Judas que este último debería sufrir a causa de la
incomprensión de los otros, pero añade: "Tú los sobrepasarás a todos, pues
sacrificarás al hombre que me reviste". Jesús mismo le encarga a Judas que
lo entregue. El documento concluye diciendo que Judas contestó las preguntas
de los escribas, "recibió dinero y lo entregó a ellos."
Diferencias con los Evangelios canónicos
Existen muchas diferencias notables entre el Evangelio de Judas y los cuatro
Evangelios canónicos, ya sea considerados individualmente o en conjunto. El
trasfondo doctrinal de los Evangelios Canónicos son las Escrituras hebreas,
como lo demuestran los cientos de citas y alusiones al Antiguo Testamento
que aparecen en boca de Jesús y sus discípulos. En los Evangelios canónicos,
como en el resto del Nuevo Testamento, la misión de Jesús como Mesías de
Israel es comprendida a partir de un Nuevo Pacto anunciado por los antiguos
profetas de Israel (en particular Jeremías), y la muerte de Jesús tiene como
propósito obrar la expiación por los pecados.
El Evangelio de Judas nada dice de las Escrituras hebreas (con excepción de
los nombres de Adán, Eva y Set) y en él la muerte de Jesús carece de valor
expiatorio. No posee intención sacrificial, sino que es simplemente un
instrumento para que el espíritu de Cristo se desembarace del hombre Jesús,
para poder entonces ascender a ámbitos superiores de existencia. Tampoco hay
indicio de la creencia en la resurrección de Jesucristo, central para la fe
cristiana.
Así, en el Evangelio de Judas se refleja la noción platónica del cuerpo como
cárcel del alma, como un estorbo del cual hay que deshacerse para alcanzar
la salvación. El gnosticismo típicamente consideraba al universo material
como intrínsecamente inferior e indigno de redención. Por esta razón
estimaba al Dios creador del Antiguo Testamento como una divinidad inferior
e incapaz de salvar. La salvación proviene a través de la adquisición de un
conocimiento superior (gnosis), reservado a los pocos que eran dignos de él,
sobre la verdadera naturaleza del alma humana y cómo puede ella trascender
el universo material.
Nos encontramos, pues, ante un documento antiguo, probablemente genuino, que
data de alrededor del año 400 de nuestra era. Se supone que este documento
copto es una traducción de un documento escrito en griego hacia la segunda
mitad del siglo segundo. Si esto es cierto, el Evangelio de Judas puede
decirnos mucho acerca de lo que creía quien lo escribió. Además de alusiones
a eones y divinidades ajenas a la Biblia, su autor parece haber conocido
superficialmente algunas enseñanzas y textos cristianos.
Debe notarse además que, a pesar del título, sería un grosero anacronismo
atribuir al Iscariote el "evangelio" que lleva su nombre. ¡Simplemente no
pudo haber sido escrito por Judas más de un siglo después de su muerte! La
costumbre de atribuir por escrito la autoría de obras de esta clase a algún
personaje conocido de la era apostólica es muy común en la literatura
apócrifa. En contraste, gran parte del Nuevo Testamento canónico es anónimo
en sentido estricto, pues sus autores no se identifican en el texto. Fue la
tradición temprana de la Iglesia, cuando aún vivían en ella discípulos de
los Apóstoles, la que adjudicó la autoría que hoy aceptamos.
Pero además, el texto publicado sugiere que el Evangelio de Judas no fue
escrito por alguien que conociera la geografía palestina ni las costumbres
judías. No se menciona ningún lugar, ningún acontecimiento concreto de la
vida de Jesús, y ni siquiera el nombre de los doce discípulos, con la sola
excepción de Judas. Los acontecimientos transcurren en un limbo
espaciotemporal. Todo lo contrario ocurre en los Evangelios canónicos,
llenos de alusiones a costumbres, lugares y personajes del tiempo de Jesús.